No se trata de una novela de terror ni mucho menos de una aventura pasajera. Unas 50 personas de una localidad en la zona norte de San Pablo (Brasil) pasan sus días, de principio a fin, en el cementerio Vila Nova Cachoeirinha.
Es aquí, donde estas personas sin hogar usan al cementerio, el segundo más grande de San Pablo con más de 300.000 metros cuadrados, como casa y a las tumbas como lugares para dormir.
A través de un reportaje de BBC Mundo fue posible mostrarle al mundo el drama de estas personas en una zona marginada de Brasil y que representa un claro ejemplo de ausencia de medidas concretas y el desamparo, además de los efectos de las adiciones.
Entre otras cosas, lo que se pudo constatar, es que en el lugar conviven solamente adultos y no se permite el ingreso de niños. Uno de los motivos tiene que ver principalmente con el consumo constante de drogas. Según se indicó de parte de las autoridades locales, estas personas montan tiendas en este tipo de lugares para tener un espacio de consumo.
«Solo consigo trabajar si tengo a mi lado a alguien 24 horas motivándome para que lo haga. A día de hoy consigo dinero recolectando material para reciclar. En un día bueno en que me hago con bastante aluminio puedo ganar hasta R$100 (US$30) pero normalmente obtengo unos R$20 (US$6). Lo suficiente para costear mi vicio», cuenta Igor a ese medio (nombre ficticio para proteger su identidad), un hombre que no ha podido ganarle a sus adicciones.
Sin embargo, de parte de algunos que habitan en este cementerio, también se indica que de alguna manera se han sentido excluidos, a pesar de que las autoridades indican que pasan de forma frecuente,
«Nunca nadie del gobierno apareció para ayudarnos, solo vienen para tirar abajo nuestras viviendas. La Pastoral (una ONG) nos visita una vez al año para saber si estamos vivos pero la Policía Militar solo viene a ‘saludarnos'», expresa otro de los habitantes del lugar.
“Ya fui golpeado y torturado por los policías durante horas. Nos llaman drogadictos, nos preguntan donde están nuestras pipas y acaban derrumbando nuestras chabolas. ¿Qué quieren que hagamos? No tenemos donde ir», agrega.
En cuanto a las condiciones de vida, todas estas personas tienen que convivir entre plagas de ratas y cucarachas, además de utilizar de forma forzada las locaciones como baño, constató BBC Mundo. En los días de lluvia se ven obligados a correr los mármoles de cubren las tumbas y meterse junto a los féretros para dormir. Incluso, hasta la capilla de una iglesia en el lugar sirve de refugio.
Toda esta situación podría ser más grave aún debido a que en cualquier momento el número de habitantes en el cementerio podría multiplicarse. Al lado de este cementerio se encuentra la favela del Boi Malhado,y hasta se logró constatar que algunas viviendas se están instalando dentro del cementerio. La respuesta de la alcaldía fue que se le ha pedido la acción de la justicia. Mientras tanto ahí están estas personas, quienes pasan sus días como “muertos vivientes” a la espera de una acción, un gesto y alguna medida que los regrese a la vida.
Artículo publicado en base a reportaje especial de BBC Mundo Brasil