Tiene sentido que me someta a las obligaciones que he adquirido en la vida, si el amor es lo que me animó a escogerlas. Pero, ¿cómo ir adelante cuando a uno le entra la tentación de abandonar?
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Creer que el mundo es como un reloj suizo, que todo tiene un orden y que lo mejor es cumplirlo caiga quien caiga sería una visión pobre y deshumanizada de la vida. Nosotros no somos agujas que marcan inexorablemente el paso del tiempo y se someten a una inteligencia superior sin más, como soldados norcoreanos en desfile.
Si nuestro mundo fuera esencialmente un mecanismo sometido al tiempo y el espacio, pero mecanismo a fin de cuentas, sería horrible existir. Todos acabaríamos siendo parte del engranaje o piezas expulsadas en el caso de que nos rompiéramos o decidiéramos no someternos al tic-tac matemáticamente puro.
El amor, fruto de nuestras decisiones libres
La vida es mucho más. Y ese “mucho más” lo da el amor, que es fruto de la libertad. Donde no hay libertad no hay amor, puesto que no tiene sentido hablar de que amamos si lo hacemos por obligación.
El auténtico amor está en decidir libremente que amamos: a una persona, a Dios, los animales, las cosas materiales… Y ese amor, lógicamente, no es del mismo grado para todos. No puedo amar igual la mermelada de mi abuela que a mi abuela, sin ir más lejos (que ningún goloso diga que prefiere la mermelada, por favor).
La vida es una acuarela: ¿tú cómo la pintas?
La vida es como una acuarela y cada episodio se tiñe de una intensidad u otra según el amor que ponemos en él.
Ahora bien, a lo largo de los años forman parte de nuestro camino cosas y personas que nos exigen dedicación y tiempo, que nos obligan y a las que decidimos entregar nuestra vida en mayor o menor medida.
Un padre y una madre entregan su sueño los primeros meses de un bebé, cuando este llora por las noches, cuando tiene hambre de madrugada o le duele la tripita, le sube la fiebre y hay que llevarlo al médico de urgencia. Y de día, alguien está pendiente de él de contínuo.
Un estudiante se sacrifica con horas de codos sobre la mesa para tener un buen expediente que le permita cursar los estudios soñados. Y un profesional asume encargos para los que luego deberá sacar horas si surgen imprevistos.
La vida nos pone deberes a todos
Todos tenemos obligaciones, a todos la vida nos pone deberes: en la familia, en el trabajo, en nuestras relaciones sociales, en la población donde vivimos… Y asumirlos es madurez.
El deber está en lo pequeño y en lo grande: en conseguir un sueldo que me permita una vivienda en condiciones y en depositar la bolsa de basura en el contenedor adecuado.
El anárquico que llevamos dentro
Ser constante, perseverar en el esfuerzo un día y otro… Un deber siempre resulta costoso al principio. Luego se convierte en hábito y resulta mucho más fácil de llevar a cabo. Pero hay veces en las que uno se siente llamado a la rebelión, ¿verdad? A un cierto grado de anarquismo personal.
¿Por qué he de cumplir como ciudadano pagando impuestos cuando veo que cierto político se ha enriquecido ilegalmente con nuestro dinero? ¿Por qué he de pagar el recibo de la luz si sé cómo pinchar en el cable de la calle y obtenerla gratuitamente, ahora que la compañía eléctrica abusa en los cobros?
Los comportamientos sociales de corruptos no me animan a hacer lo que debo como ciudadano.
De la misma forma que en lo personal me tiran para abajo la pereza, la crisis de los 40 o la envidia de no estar progresando como otros.
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La tentación del anarquismo personal está ahí: “¿quién te mandaría casarte y comprometerte para toda la vida?”, te dices mientras ves pasar a tus amigos hacia el bar y a ti te espera una sesión de plancha en casa.
Si eso te ocurre alguna vez, te recomiendo que no vayas a planchar. Antes debes solucionar tu conflicto interior. Pon, eso sí, todas las cartas boca arriba. Todas, no solo la de la “aparente felicidad” de quien se va al bar un par de horas con los amigos.
Tres preguntas que son una sola
Pregúntate qué quieres en la vida, por quién crees que vale la pena dar tu vida y por qué fin último te mueves.
Cuando uno crece y avanza en la vida, va eligiendo. Y en el elegir, descarta opciones. La sabiduría está en saber escoger la mejor opción para ti. Y eso solo se consigue si en cada decisión lo que prima es el amor. De otro modo, si priman el dinero, la vanidad o el hedonismo, las opciones escogidas dan solo una felicidad pasajera: dos horas de risas en el bar…
Una vez has contestado a esas tres preguntas, entonces te parecerá más asumible cumplir los deberes que esas metas conllevan. Un atleta debe entrenar, y tú deberás hacer cosas que cuestan pero sabiendo que el premio vale la pena.
Un dicho africano asegura que “es más fácil subir una montaña cuando arriba te espera un amigo”. ¿Quién es ese amigo: tu pareja, tu amistad más fiel, tus padres, tu hermana, tus hijos? En tu vida, busca ese alguien por quien vale la pena sacrificarse y verás qué bien se te da la escalada.
Por eso hay quien se siente muy acompañado llevando una foto del ser querido en la cartera, en el móvil, en el coche o sobre la mesa de trabajo. Es un impulso, un muelle que te hace saltar hacia delante y hacia arriba.
El trabajo bien hecho y el legado que dejamos a otros
Cumplir el deber tiene una parte de satisfacción personal, de ego, es cierto, pero no vamos a trabajar siempre para engrandecer nuestro yo porque es una meta que al final nos agostaría. Cumplir el deber, en cambio, produce satisfacción personal por el trabajo bien hecho, pero mucho más cuando uno contempla el horizonte que se consigue con ello: una familia en marcha, una vida de pareja creciente, una sociedad más justa…
Como un mecánico
¿Has visto qué rostro tiene un mecánico cuando acaba de poner a punto un automóvil? Se le van los ojos tras el auto y solo tiene ganas de ponerlo en marcha para disfrutar. Está cansado de trastear entre el motor y la carrocería, con mugre y medio a oscuras, pero al final le importa poco las manchas y el sudor de la camiseta. Solo ve que el coche ya está listo de nuevo para salir al asfalto.
Así puede ser nuestra vida: deberes, muchas horas de taller y trabajo, pero al final la satisfacción de ver cumplido el objetivo y entregar llaves. Got it!
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