El director de Alien y Blade Runner recibe un BAFTA a toda una carrera dedicada al cine y fundamenta su discurso en la educación y en la importancia del entretenimiento como educador aunque su filmografía, tal vez, no sean la mejor para trazar una educación coherente y consecuenteEn la última entrega de los premios BAFTA (los Oscar ingleses), Ridley Scott, recibió el galardón a toda una carrera dedicada al cine. En su discurso de agradecimiento, en el que parece que nadie ha reparado, Ridley Scott, responsable de películas como Galdiator, Red de mentiras o Alien. Covenant dijo cosas como que “las mejores historias tienen que venir de la verdad, incluídas las historias de ficción”.
El discurso de Ridley Scott en los BAFTA giró en torno a un concepto al que se le suele prestar muy poca atención pero que resultar elemental para todas las generaciones venideras, la educación. “Los profesores tienen la profesión más importante, solucionemos el problema de los profesores y así solucionaremos muchos de los problemas sociales que existen actualmente” dijo Ridley Scott.
El director destacó el papel de los profesores, pero también el de los narradores, el de los que se dedican a contar historias. “El entretenimiento puede ser la forma más potente de educación”, dijo Scott. Es decir, no solo es cuestión de dar con un buen profesor, a veces también es cuestión de ver una buena película.
Es curioso que Scott hablara de profesores y de narradores casi en los mismos términos. Sobre todo porque es posible que tenga razón. Al fin y al cabo, enseñar no deja de ser un ejercicio de narración, razón por la que a mejor historia mejores resultados.
Dicho esto, lo paradójico del caso es que Ridley Scott no es el mejor narrador del cine moderno, ni siquiera del cine inglés. Sus dos mejores, muy mejores películas, fueron Alien y Blade Runner y de aquello hace casi cuarenta años. Eran su segunda y tercera película. Todavía era un novato en esto de contar historias con una cámara o eso se supone.
Scott venía de la publicidad y por eso estaba curtido en exponer relatos en un periodo de tiempo muy corto. Es evidente que esto le sirvió para crear atmósferas, confeccionar sus planos casi como si fueran cuadros de estilo y no salirse demasiado de lo establecido para no disgustar a casi nadie.
Sin embargo a partir de Alien y Blade Runner las cosas no le han ido del todo bien a Ridley Scott. De hecho, se pongan como se pongan sus fans, ni Thelma & Louis, ni Gladiator, ni Black Hawk derribado, ni American Gangster, ni Marte le llegan a la suela de los zapatos a Alien o Blade Runner.
Esto no quita, eso sí, que sea un cineasta interesante, sobre todo porque nunca se ha acomodado y eso es bueno. Se atrevió con propuestas complicadas de impredecibles consecuencias como Legend, 1492. La conquista del paraíso, Hannibal o Exodus.
Dioses y reyes por no hablar de la serie de televisión The Vatican, una ficción que se suponía iba a abordar unas hipotéticas intrigas, traiciones y políticas internas de la Iglesia Católica en Roma pero que nunca llegó a ningún sitio (a excepción de su episodio piloto dirigido por Scott) porque no se cumplieron los tiempos y al parecer la organización del asunto fue un poco desastrosa.
Lo que vengo a decir con todo esto es que Ridley Scott, aunque no guste del todo (y a mí por ejemplo, no me gusta ni del todo, ni de la mitad), es un realizador interesante. Pero por una única cuestión. Porque se arriesga y eso siempre es bueno. Lo sigue haciendo con ochenta años de hecho, sigue tratando de resucitar su propia saga Alien aunque siga sin dar en la tecla con Prometheus y Alien. Covenant.
Lo que a mí me llama la atención de todo esto es que Ridley Scott tenga un concepto tan ilustre y venerado de la educación. Me pregunto qué se supone que está enseñando Ridley Scott con una filmografía tan dispar. Un día es un espiritual y al otro un ateo. Un día está esperanzado y otro es un nihilista.
A mí se me escapa. Lo admito. Sobre todo porque creo que Ridley Scott siempre ha sido más interesante en sus formas que en sus contenidos. Por esta razón también creo que su discurso en los BAFTA fue un poco así, más vistoso que profundo o coherente. Un poco como su filmografía.