Obras inconclusas y aulas debajo de los árboles marcan una compleja situación en Paraguay“Enseñar con el corazón”. Estas palabras pertenecen al obispo del Chaco (Paraguay), monseñor Gabriel Escobar, quien este miércoles 21 de febrero se acercó a la escuela Mayor Ramón Bejarano -ubicada en la localidad Fuerte Olimpo, departamento Alto Paraguay, zona limítrofe con Bolivia- para dar inicio al año lectivo.
“Debemos recuperar los valores de amar lo nuestro, amar a nuestro país”, sentenció el obispo en declaraciones reproducidas por ABC, ante una comunidad educativa que ha tenido un arranque normal sin sobresaltos.
Lo acontecido en este centro educativo, la motivación y el ánimo distan un poco del panorama en varias localidades de Paraguay, tanto del interior como de la capital Asunción, donde casi un millón y medio de estudiantes regresaron en las últimas horas a las aulas.
Es que verdaderamente, la vuelta a clases en Paraguay ha sido clara señal de triunfo del entusiasmo y las ganas de aprender por encima de los problemas de infraestructura y el comienzo de obras tardías en muchas instituciones públicas.
Un claro ejemplo es lo que sucede en la localidad de San Juan Bautista, Misiones, donde emblemáticos colegios comenzaron hace poco la reparación de aulas y los alumnos al llegar se enfrentan a un panorama desolador: el patio está lleno de escombros, entre otras cosas.
Esta situación genera traslados y también la búsqueda de alternativas a la hora de tomar clases. Uno de los casos más extremos ha sido lo que se ha constatado en Lambaré (Departamento Central) donde alumnos de la escuela Ava Mba’e tomaron clases debajo de los árboles por obras en mal estado en la escuela, indica Última Hora.
Otra opción, la iglesia. En este caso, en el departamento de Alto Paraná se busca esta alternativa, junto al centro catequístico, como espacio para dar clases hasta que se concluyan las obras, agrega ese medio.
“Tormenta de necesidades”
El propio ministro de Educación de Paraguay, Raúl Aguilera, reconoció a la prensa que las clases comenzaron en medio de una “tormenta de necesidades”, con más del 60% de las escuelas en mal estado (en unas 70 instituciones no fue posible el inicio), además de la falta de kits escolares en varias localidades del país.
Mientras tanto, ahí están los niños y los jóvenes, quienes junto a padres y educadores intentan hacerle frente a esta compleja situación de la mejor manera posible, “con el corazón”. Sin lugar a dudas un claro triunfo de las ganas de aprender y salir adelante a pesar de todos los obstáculos.