Tres hoteles de cine o dónde dormir intranquilo

Me gustaría escribir un libro de una sola frase. O un libro en blanco. Sin título. O un libro sin comienzo. Un libro que se titulara sin miedo al blanco. O filmar una película de imágenes para espantar mis vacíos. Me gustaría, ahora que ha empezado otro año, cambiar de vida. Dejar mi casa y vivir en hoteles. Revisar mis admiraciones. Mis filias y mis fobias. Mis escasos miedos. Vivir en hoteles, en habitaciones con vistas. En habitaciones de paso. Salir a la ciudad. Mirar rostros nuevos. Escuchar a qué suena en verdad todo el silencio junto.

Me gustaría escribir un libro con una sola frase. Sentarme en un salón amplio, con moqueta y alfombra, y escribirlo. Escribir la misma frase una y otra vez como Jack Torrance. Aporrearla con mis diez dedos en una olivetti, en una máquina umbraliana sobre un sillón de mimbre mientras me mira una gata zambraniana, una gata egipcia o romana. ¡Dejen que escriba un libro así y fracase! Que escriba un solo título y me parezca a Monterroso: All work and no play makes Jack a dull boy. All work and no play makes Jack a dull boy. All work and no play makes Jack a dull boy…

Para dormir intranquilo vayan al hotel Overlook, al hotel ese envuelto en nieve de Stanley Kubrick. Al de las gemelas en los pasillos que hoy da ya menos miedo. ¡Pero qué hotel! ¡Qué película El resplandor! Esos litros de sangre saliendo por el ascensor. Ese niño escondiéndose de sí mismo. Ese Jack Nicholson, ese Jack Torrance abrumador, bartleby de frase y media.

Y si les parece que el Overlook es demasiado tranquilo para echar una siesta, no se preocupen, que vamos a parar un rato en el solitario motel de Norman Bates, tomar una ducha y esconder el dinero, ¿verdad Marion? ¿verdad que es un motel tranquilo para descansar? Nos gustan los hoteles de cine que nos producen insomnio. Territorios desfavorables para no dormir. Como el motel de Psicosis, de Alfred Hitchcock.

Pero los hay también tranquilos. Inolvidables. ¡Se nos vienen a la cabeza tantos hoteles de cine para descansar a pierna suelta! Hoteles o moteles para vivir como Cioran. Moteles después de una boda. Hoteles para el amor y para escribir una sola frase en un libro impecable. Un hotel o un motel como el de ¡Qué bello es vivir! Y es verdad. ¡Qué bello es vivir! ¿No