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La relación entre cuerpo y alma es algo que todos intuimos y sobre la cual ya el filósofo griego Aristóteles escribió. Él habla del influjo de las pasiones sobre el cuerpo, de la tristeza y la fatiga que produce el mal…
Nuestro cuerpo es como la playa. Sobre la arena van quedando las huellas de todo aquello que nos sucede en el alma: el oleaje, las mareas alta y baja, los pasos de cada persona… Todo queda registrado.
Boris Cyrulnik, prestigioso neurólogo y psiquiatra francés que conoce bien el sufrimiento humano porque como judío e hijo de judíos padeció la persecución de los nazis en la II Guerra Mundial, ha escrito: «Todas nuestras emociones se inscriben al nivel del cuerpo».
Lo afirma también, de un modo más divulgativo, Preston Ni, profesor del Foothill College en Silicon Valley (California) y conferenciante sobre comunicación desde hace más de 25 años. En su libro How to Let Go of Negative Thoughts and Emotions ha publicado una lista de pensamientos negativos que impiden a la persona ser feliz. Esta lista apareció en la revista Psychology Today.
Preston asegura que «múltiples estudios han revelado cómo actitudes negativas crónicas pueden afectar a la salud, la felicidad y el bienestar».
Mejor entonces estar alerta ante los siguientes tipos de pensamientos negativos:
1. El lenguaje autodestructivo
«No puedo», «no valgo», «no me va a salir bien»… Son frases con una negatividad que muchas veces paralizan más allá de lo que en realidad no somos capaces de lograr. Nos ponemos barreras a nosotros mismos. Es mejor preguntarse «¿por qué no?» y tratar de intentar algo. Por lo menos, lo habremos probado.
Imaginemos que buscas trabajo. Un «no puedo» te elimina de muchas ofertas antes de que te conozcan en aquella empresa. No dejes que esto ocurra. Date una oportunidad y presenta tu candidatura.
2. «Piensa mal y acertarás»
Esa parece ser la «medida de todas las cosas» para un desconfiado. Si discurres de este modo, alejas a muchas personas que podrían influir positivamente en tu vida. Deja que seas tú mismo el que descubra si valió la pena conocer a esa persona. O lo bueno que fue emprender ese proyecto.
Pensar mal es la actitud cobarde de quien se hace el sabio desde la distancia.
No hay que dejarse llevar por un prejuicio para pensar que todo saldrá mal antes de comenzar.
No actuar porque alguien augura un mal futuro sin razones lógicas, es ponerse barreras mentales sin fundamento. Fuera los cenizos.
3. Compararse con otros
Compararse es una tentación habitual, porque la persona es un ser social por naturaleza y es lógico que al conocer a otros «les tomemos medidas» y saquemos conclusiones con respecto a lo que ya conocemos. Lógicamente, entre «lo que ya conocemos» estamos nosotros mismos.
Sin embargo, en esa comparación ha de prevalecer el objetivo de conocer mejor al individuo.
En la vida conocemos personas mejores que nosotros (ojalá que muchas) y eso ha de servirnos no para fustigarnos o tener envidia sino para agradecer el regalo de su amistad (si se da el caso) y aprender de ellas.