Los enfermos terminales reciben el apoyo de su familia, del equipo médico y de acompañantes voluntarios. Pero, ¿quién apoya a los miembros de la familia, enfrentados a este periodo delicado que es el fin de la vida de un padre o de una madre?
La posición de los seres queridos, cuidadores, acompañantes, etc., es difícil, porque al tiempo que se enfrentan a su propia inquietud ante la enfermedad y la muerte, también deben mantenerse fuertes y estar presentes para apoyar al enfermo.
¿Cómo aportarles alivio cuando ellos mismos se ven afectados, conmocionados, quizás confundidos, por la idea de perder a un padre dentro de poco?
A todo el mundo le llega esa función, pero a veces nos sentimos incómodos, desubicados, sin saber qué decir o hacer, así que no decimos nada. Cosa que, dicho sea de paso, nos hace más desconsiderados que si hubiéramos arriesgado algunas palabras.
Interesarse por el otro
El primer paso, antes incluso de escuchar al otro, es acercar a esa persona. Muchos preferirían cerrar los ojos para no tener que hablar de ello, para no saber cómo le va a la otra persona realmente. Sin embargo, una presencia benevolente y disponible, en un momento en que un ser querido está pasando por esta dificultad, es un primer paso.
No hay necesidad de presionarse a uno mismo para encontrar palabras de consuelo. Basta con darle a la otra persona la oportunidad de hablar de sí misma, de sus miedos y sentimientos.
La simple pregunta: “¿Cómo te sientes?” es un buen comienzo. Asegúrate de hacer preguntas abiertas para generar conversación y dejar que las respuestas surjan gradualmente.
Escuchar al otro
Al escuchar atentamente a alguien que está perdiendo a un ser querido, descubrirás qué se remueve en su interior: amargura, rebeldía, tristeza, arrepentimiento, miedo. Deja que se exprese, que pueda llorar.
Así puedes animar a esa persona, tranquilizarla o reconfortarla. Demuestra que estás presente y disponible. Dile que sí, que es una prueba difícil de superar, pero que tú estás a su lado.
Mostrar empatía en ese momento es estar dispuesto a compartir con la otra persona todo su sufrimiento.
Cuanto más sienta esta empatía la otra persona, más se abrirá y hablará sobre lo que realmente le afecta. Esta actitud no siempre es fácil, hay que saberlo, porque consolar a alguien afectado por la idea de la muerte inminente de un ser querido nos devuelve a la idea de nuestra propia muerte, y eso nos causa miedo.
¿Qué decir?
Una vez hayas adoptado una actitud atenta, de apertura hacia el otro, una vez que le hayas escuchado, toca saber qué decir. Una acompañante de enfermos en cuidados paliativos de la asociación de Orléans (Francia) JALMALV [siglas en francés de Hasta La Muerte, Acompañar La Vida], nos ofrece algunos consejos para que nosotros sepamos también aliviar a personas que sufren la muerte inminente de un ser querido.