‘Un gesto estúpido e inútil’: el origen de National Lampoon

Los de mi generación recordamos con mucho agrado aquella serie de comedias cafres que, entre finales de los años 70 y principios de los 80, protagonizaron cómicos como John Belushi, Bill Murray, Dan Aykroyd, Chevy Chase o Rodney Dangerfield. Durante años me preguntaba por qué los títulos originales de algunas de ellas iban precedidos por las palabras “National Lampoon”. Pero entonces no había IMDb, ni siquiera internet, y mi duda acabó por disolverse en el olvido.

Esta película biográfica, Un gesto estúpido e inútil, recién estrenada en Netflix y basada en el libro de Josh Karp, nos habla de todo ello y aclara, de paso, muchas de las dudas que ya había olvidado. National Lampoon era la revista que crearon Douglas Kenney y Henry Beard (también coautores del bestseller paródico El sopor de los anillos), un magazine repleto de chistes, dibujos, viñetas, fotonovelas picantes, noticias humorísticas y todo aquello que contuviera elementos cómicos y provocadores.

A Futile and Stupid Gesture nos narra la amistad y las posteriores discordias entre sus creadores, Kenney (interpretado por Will Forte) y Beard (a quien da vida el prolífico Domhnall Gleeson), y cómo sacaron adelante una revista que en principio iba destinada al fracaso y que acabó convertida en un éxito, generando polémicas y gestando múltiples proyectos que hoy son legendarios, como los programas de radio de humor de algunos de los actores mencionados, libros, discos y las películas Desmadre a la americana, El club de los chalados y esas comedias de familias en apuros que protagonizaban Chevy Chase y Beverly D’Angelo.

Para el buscador de guiños y para el fan de aquellos títulos, entre los que me cuento, la película es una mina, sobre todo porque varios intérpretes secundarios interpretan a las celebridades de antaño cuando aún no eran tan célebres: Bill Murray, Chevy Chase, Gilda Radner, Harold Ramis, John Belushi, Christopher Guest, Ivan Reitman, John Landis, Dan Aykroyd, Tim Matheson…

Y nos ayuda a descubrir la historia de Kenney, cuyas ideas solían ser transgresoras. Murió en 1980, a la edad de 33 años: lo encontraron al pie de un acantilado, días después de haber estado con su novia y con Chevy Chase. Al parecer no se llegaron a aclarar las circunstancias de su fallecimiento: algunos creyeron que había sido un suicidio, aunque la policía de la zona lo consideró un accidente. La duda la solventó Harold Ramis, con su habitual ingenio, en una frase que se pronuncia en la película: “Probablemente se cayó mientras buscaba un sitio para saltar”.

El filme es un documento interesante por sus datos y por sus revelaciones, pero no es la gran película que podría haber sido. La propuesta parece imitar a Man on the Moon, la perfecta biografía de Andy Kaufman que dirigió Milos Forman con Jim Carrey. Pero, como diría probablemente nuestro compañero Hilario J. Rodríguez, ni Will Forte es Jim Carrey ni David Wain es Milos Forman. Lo más conocido de Wain es la serie We Hot American Summer: más allá de eso no ha rodado aún nada memorable, que yo sepa.

Por tanto Un gesto estúpido e inútil, aunque contiene momentos brillantes (la entrevista a cargo de un irreconocible Ed Helms, las sentencias que profería Kenney o algunas situaciones que revelan la locura de todo aquel equipo, siempre dispuesto a hacer un gesto fútil para que la fiesta no decayera), está desaprovechada en el desarrollo de esos personajes secundarios que son un lujo: Murray, Chase, Ramis… No contiene ese equilibrio que le imprimió Forman a su biopic: ni su carga dramática ni su toque humorístico. No obstante, el fan de aquellas comedias debería verla.