Marisela Montoya es una paciente oncológica que el 30 de enero pasado cumplió un año de haber sido sometida a una mastectomía radical. Como toda paciente con cáncer de mamas, amerita un ciclo de 25 radioterapias que, sin embargo, no ha podido cumplir a cabalidad porque el servicio autónomo de oncología del Hospital Central Universitario “Antonio María Pineda”, de Barquisimeto (estado Lara), tiene el equipo dañado.
La atribulada mujer ha buscado en las clínicas privadas, pero el costo supera los 18 millones de bolívares. Ella, apenas gana el sueldo mínimo, que en Venezuela no llega a los 300 mil bolívares, es decir, algo más de 1 Dólar Americano y poco menos de 1 Euro, al cambio paralelo que es el que rige en el inflacionario país suramericano.
“Fui a buscar ayuda en la Gobernación de Lara, también a la alcaldía y a otros entes públicos, pero no he tenido una respuesta satisfactoria. Yo lucho por seguir viviendo porque no quiero morir, pero si no me hago los tratamientos mi muerte será inevitable”.
Historias como la de Marisela se repiten en todos los centros de salud y en las calles de Venezuela. Es una lucha constante donde los ciudadanos se resisten a morir por falta de medicamentos y alimentos, pero solo encuentran la mirada despiadada y egoísta de un régimen que comete el “pecado social” de actuar en contra de sus derechos humanos.
97 unidades para 16 mil pacientes renales
La semana pasada 12 personas murieron por no contar a tiempo con los medicamentos para el tratamiento de diálisis. Griselda Reyes en una nota de prensa enviada a Aleteia, explicó que en Venezuela existen 129 unidades de diálisis y 32 paralizaron sus actividades en esa semana fatal, porque no cuentan con los insumos necesarios para aplicar el procedimiento a un estimado de 16.000 trasplantados y enfermos renales.
“La mayoría de los pacientes cuyos riñones están paralizados, requieren por lo menos tres diálisis semanales para eliminar artificialmente las sustancias tóxicas de la sangre que quedan retenidas a causa de la insuficiencia renal y ya hemos visto con mucho dolor que han muerto porque simplemente no hay filtros o porque las máquinas están dañadas”, explicó Reyes que es luchadora social y empresaria.
“Imaginen el suplicio que están pasando los 16 mil pacientes renales que dependen de este procedimiento médico para sobrevivir. Es como una ruleta rusa, no se sabe cuándo le tocará al próximo. Y cuando te enteras que un grupo de pacientes renales que protestaba por el cierre de las unidades de diálisis en Barquisimeto fue dispersado a tiros, entiendes que a quienes nos gobiernan no les importa la vida de los demás”, dijo.