La mayoría de nosotros sabemos que los primeros Juegos Olímpicos tuvieron lugar en la antigua Grecia. Las guerras entre ciudades se suspendían cada cuatro años y los atletas acudían en masa a las Olimpiadas para competir entre sí en lucha libre, lanzamiento de discos o carreras de carros… unas competiciones deportivas del todo razonables.
Sin embargo, a principios del siglo XX, pensaron: “¿Sabéis qué haría que los Juegos Olímpicos fueran aún más espectaculares? ¡Nieve y hielo!”. Hubo que rendirse ante la evidencia de que Grecia no disponía de estos activos meteorológicos. El mar Egeo no es famoso por sus temporales de nieve y la toga ofrece poco abrigo y comodidad en condiciones invernales.
Los partidarios de las Olimpiadas de Invierno tuvieron que inspirarse en otros lugares. Y lo que finalmente decidieron utilizar como parte del evento olímpico es, reconozcámoslo, atípico. Pocos días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang, Aleteia os ofrece la oportunidad de descifrar algunas de las pruebas más destacadas de los Juegos Olímpicos de Invierno, que son realmente inusuales, por mucho que consideremos que ya estamos habituados a ellas.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.