Y son datos desde 2014…Independientemente de quién viva en la Casa Blanca
Uno de los efectos más brutales de la no solución multilateral del tema de las migraciones desde México y Centro América-El Caribe hacia Estados Unidos, es la cantidad de personas que mueren, cada año, tratando de conquistar “el sueño americano”: ganar un salario en dólares.
Por desgracia, este número está aumentando en el cruce fronterizo entre México y Estados Unidos. Por frío o por calor extremo; por deshidratación o hipotermia; por picaduras de animales o por agotamiento, cada año la cifra de muertes “oficiales” habla de un tema que no es tan solo de Estados Unidos, sino de México, de los países del “Triángulo Norte” de Centroamérica; de los países expulsores del Caribe y de la comunidad internacional.
Muertes en aumento; cruces en descenso
El último informe dado a conocer en Ginebra (Suiza) por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señala que en 2017 –a pesar de que por el efecto Trump y la amenaza de la deportación, cruzaron menos personas hacia Estados Unidos—murieron más personas migrantes que en 2016.
El organismo perteneciente a la ONU, a través de su portavoz Joel Millman, informó en rueda de prensa que durante 2017 se registró un total de 412 muertes en el cruce fronterizo o en los terrenos cercanos al mismo (hay que recordar que la frontera entre México y Estados Unidos corre 3,180 kilómetros), 14 personas más que en 2016, cuando fallecieron 398 migrantes en la zona.
Sin embargo, del menor número de detenciones efectuadas por los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, se deduce que la intimidación que ha ejercido en los migrantes la política de la actual administración de Estados Unidos, ha rendido efecto, pues en 2017, primer año al frente de la Casa Blanca de Donald Trump, el número de detenidos al cruzar la frontera bajó 44 por ciento con respecto a 2016.
Mientras que en 2017 la Patrulla Fronteriza y los servicios de aduanas documentaron un total de 341,084 detenciones en la frontera sur de Estados Unidos, en 2016 la cifra había alcanzado las 611,689 personas arrestadas.
Una constante, no importa quién esté en la Casa Blanca
El Centro de Análisis de Datos de Migración Global de la OIM ve esta situación con extrema preocupación pues a medida que las posibilidades de ser arrestados aumentan, los migrantes optan por rutas más remotas para evitar la detención. Y corren mayores riesgos para tratar de llegar a su destino.
La frontera de los Estados de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua con el Estado de Texas, es una de las zonas más preocupantes para la OIM (y, desde luego, para los grupos que defienden a los migrantes) con un total de 191 muertes en 2017, lo que representa 26 por ciento más que en 2016, cuando la cifra anual alcanzó los 151 decesos.
Estos datos fueron recopilados a través del Proyecto de Migrantes Desaparecidos de la OIM, que desde su creación en 2014, registró un total de 1.469 muertes en esta frontera, lo que, según Millman, implica alrededor de una defunción al día. “Esta es una constante que no cambia independientemente de quien toma las decisiones en Washington o del número de personas que cruzan la frontera”, lamentó el portavoz del organismo de la ONU.
Ciertamente, estos son “datos oficiales”. Lo que extraoficialmente se sabe es que son muchos más los que mueren en el intento de llegar al Norte. La mayoría de ellos, la inmensa mayoría, personas que querían tener una mejor calidad de vida, no delincuentes ni violadores. Tampoco “ilegales”.
Indocumentados, sí, pero seres con dignidad inobjetable que terminan en fosas sin nombre o dispersos en el polvo del desierto.