La semana pasada, en un discurso en el que expresó una profunda gratitud hacia su madre Lady Di y su padre el príncipe Carlos, el príncipe Guillermo se sinceró como nunca antes sobre lo que aprendió de ellos. Una lección muy inspiradora para enseñar a nuestros niños.Cada año en el mismo periodo, la reunión anual de la Charity Commission —la Comisión de Caridad— marca el pistoletazo de salida en Londres de la labor caritativa del Gobierno británico, bajo el patrocinio de la familia real.
El pasado 28 de enero, el discurso del príncipe William adquirió una dimensión especial. Al dar a su intervención un giro más personal de lo habitual, el heredero de la Corona británica explicó las raíces de su compromiso caritativo. Provienen, según explicó, del ejemplo y de los valores recibidos de cada uno de sus padres.
De lo que dijo ese día todo el mundo puede extraer mucho que enseñar a sus hijos sin tener necesariamente una corona en la cabeza o una cuenta bancaria bien abastecida.
“La caridad no es un opción adicional en la sociedad. (…) las organizaciones caritativas nutren, reparan, construyen y sostienen nuestra sociedad. Sin este trabajo, nuestra sociedad sería una cáscara vacía”, subrayó Guillermo.
La princesa Diana, a quien recordó en sus palabras, se preocupó mucho por que Guillermo tomara conciencia: “Recuerdo que mi madre me llevó a un refugio de personas sin hogar cuando era muy joven. Me explicaba por qué eran importantes las personas que encontraba allí, por qué ninguna sociedad puede ser sana si no se toma en serio a los demás”.
El príncipe llama a la movilización
Guillermo describió también la fuerte implicación de su padre en el trabajo caritativo. Lejos de la mirada pública, el príncipe Carlos pasaba “tarde tras tarde, con diligencia y compasión, leyendo y respondiendo miles de cartas, leyendo interminables informes para estar a la altura de su ambición de hacer todo lo que pudiera para ayudar a los desfavorecidos”.
El príncipe Guillermo llamó a la movilización en favor de las causas caritativas de todas las formas posibles, aunque algunas organizaciones no consigan unanimidad u otras dividan las sensibilidades sociales o políticas. Nadie debe quedar marginado: el boicot a ciertas acciones, sobre todo en las redes sociales, puede perjudicar seriamente las donaciones y marginar aún más a los necesitados.
Junto con su esposa la duquesa de Cambridge y su hermano el príncipe Harry, Guillermo tomó la iniciativa de alentar a la gente a “dejar de lado sus propios intereses” y unir todas las fuerzas posibles para innovar en la causa humanitaria.
Por ejemplo, su fundación Heads Together Foundation reúne una amplia gama de recursos de apoyo para personas con problemas de salud mental, incluyendo veteranos de guerra, jóvenes y personas sintecho.
El príncipe Guillermo insistió en la importancia de la filantropía en la educación parental: “Tengo dos hijos, como probablemente ya sabéis (…); y cuando me convertí en padre hace unos cuatro años y medio, comencé un proceso de reflexión sobre la manera en que me había criado y los valores que mis padres me habían inculcado”.
A continuación tenéis algunos consejos, inspirados en el discurso del príncipe Guillermo, para poner la caridad en el centro de la vida familiar:
1. Enseñar a los hijos el sentido y la importancia de la caridad
Podéis llevar a vuestros hijos a centros de ancianos para pasar el tiempo con personas de tanta experiencia o a hospitales para leer libros a niños enfermos. O quizás si tenéis un vecino que vive solo y tiene capacidades reducidas, proponed a vuestros hijos que le ayuden en pequeñas tareas domésticas. Aunque las acciones dicen más que las palabras, dedicad tiempo a explicarles por qué hacéis esas cosas y por qué son importantes.
2. Proponer a los hijos hacer una criba de juguetes y ropa
Ayudadles a decidir que donen algunos. Esta cooperación familiar es especialmente significativa durante el periodo navideño y en los cumpleaños, si entienden que hay otros niños que tienen pocas cosas que celebrar.
3. Participar en familia en eventos de caridad
A menudo nos involucramos en organizaciones benéficas que nos motivan personalmente: quienes han sufrido, directa o indirectamente, un cáncer, se inclinan naturalmente a apoyar a fundaciones que luchan contra el cáncer. Pero, ¿y si os involucráis en una organización benéfica que recauda fondos para una causa que no conocéis? Siempre es bueno aprender de aquellos que sufren males que no conocemos.
4. Ofrecer lo más precioso que se tiene: el tiempo
Hay algunos momentos que os resultan especialmente valiosos, como los fines de semana. ¿Por qué no dedicarlos un poco al voluntariado? Abandonar las actividades preferidas no es algo fácil, pero vuestros hijos se sentirán muy felices y orgullosos de haber echado una mano a asociaciones parroquiales u otros organismos benéficos.
5. Nunca olvidar mostrar gratitud
No siempre es fácil cuando las preocupaciones nos abruman. Sin embargo, si vemos que hay situaciones peores que las nuestras, eso nos ayuda a poner nuestra propia vida en perspectiva. Inculquemos en nuestros hijos un sentimiento de gratitud y empatía, para que aprendan de verdad que hay muchas personas necesitadas y que necesitan nuestra ayuda en particular.