Cloverfield: la trilogía secreta de J.J. Abrams

Cuando hace una década se estrenó la película Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves, 2008) la mayoría de los espectadores se la tomaron como un nuevo ejemplo (muy espectacular) del género found footage (metraje encontrado), tan impactante desde la primigenia Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust, Ruggero Deodato, 1980), revitalizado décadas más tarde por El proyecto de la bruja de Blair (TheBlair Witch Project, Eduardo Sánchez & Daniel Myrick, 1999) y convenientemente actualizado por Paranormal Activity (Oren Peli, 2009), inicio de una exitosa saga.

La trama de Monstruoso comenzaba con un grupo de jóvenes celebrando una fiesta, que es grabada por uno de ellos mediante una cámara de vídeo que se convertiría durante el resto de la película en el punto de vista subjetivo del espectador, sumergiéndonos en medio de un ataque de misterioso origen, lo que pronto desata el caos en una Nueva York que (una vez más) se convierte en una escombrera humeante.

Los protagonistas atraviesan la ciudad buscando rescatar a la pareja de uno de ellos, enfrentándose por el camino con una devastación apocalíptica, fuego cruzado entre el ejército y unas misteriosas criaturas… mientras la cámara no deja de grabar dejando si aliento al espectador.

Titulada en España como Monstruoso, el Cloverfield del título original (literalmente “campo de tréboles”) no ofrecía la más mínima pista sobre la trama o la naturaleza de la amenaza. Apenas una breve mención al nombre en código de una operación militar servía de escueto asidero para justificar la palabra. Y de mínima base sobre la que desarrollar la que quizá pueda denominarse Trilogía Secreta de J.J. Abrams.

Y es que tras mostrarnos el escenario pesadillesco de esa película el siempre activo creador de embrollos apasionantes de éxito como las series televisivas Perdidos o Fringe se dejó convencer por el inusual concepto de producir otros largometrajes ambientados en el mismo universo, con sutiles conexiones mediante elementos secundarios, y que sólo en el último momento permitieran descubrir al gran público que, más allá del título, ha visto una nueva entrega de una historia que transcurre en paralelo a otra anterior.

Calle Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, Dan Trachtenberg, 2016) llegaría hace apenas dos años y plantearía otra aproximación a ese universo común desde una óptica inédita. Frente a la película de catástrofes con profusión de escombro y efectos especiales se apostaba por un trío de protagonistas, encerrados en un refugio, planteándose la recién llegada al escondite serias dudas sobre la naturaleza de su encierro.

Una película casi intimista, flirteando con el suspense y el terror. Casi buscaba ser a Monstruoso lo que Señales (Signs, M. Night Shyamalan, 2002) había sido a Independence Day (Roland Emmerich, 1996). Una granja solitaria en medio del campo con el anfitrión y dos huéspedes más o menos forzosos, un entorno cerrado y la imposibilidad de salir, más la duda sobre si la amenaza exterior es real o el monstruo ya está dentro.

Finalmente esta misma semana nos ha llegado por sorpresa la siguiente entrega de esta Trilogía Secreta, haciendo bueno ese carácter inesperado tan caro a Abrams. Los rumores sobre el rodaje de esta película la vinculaban de alguna forma con este “universo Cloverfied” y hasta se sabía que bajo el título La partícula de Dios (The God particle) se buscaba arrancar con un cataclismo de naturaleza interdimensional debido a un accidente en un acelerador de partículas y/o a bordo de una estación espacial.

Sin que nadie pudiera esperarlo, en medio del descanso de la Super Bowl, cuando se concitan los trailers más espectaculares de los futuros taquillazos cinematográficos, se emitió el de La paradoja Cloverfield (The Cloverfield Paradox, Julius Onah, 2018) con un añadido aún más inesperado: disponible en Netflix al finalizar este partido.

Es quizá el signo de los tiempos, lo que arrancó en el cine llega ahora al propio domicilio del espectador aprovechando el tirón de audiencia de un gran evento deportivo como la mencionada Super Bowl. El atractivo de un nuevo capítulo que permite confirmar lo que muchos han apuntado sobre está hoy trilogía, presunta saga que continuará creciendo: película de catástrofes, suspense en la granja o terror en el espacio.

Parece evidente que a J.J. Abrams le llegan proyectos interesantes, los supervisa con su personal barniz, les añade el mínimo elemento que permita integrarlos en su Ecosistema Cloverfield, se añade dicho término al título y se encaja la palabra en algún lugar del guión y lo que podría haber pasado de forma discreta como una peli de serie B más termina convirtiéndose en un fenómeno de masas.

Y aún dirán que no queda magia en el cine (y en las plataformas de streaming)