Dos chicos comprobaron que con un chaleco reflectante podían entrar gratis en casi cualquier sitio. El chaleco les revistió de una autoridad aparente que poca gente discutía de buenas a primeras. Las personas se fían de los uniformes más allá de lo razonable hasta el punto de obedecer y dejarse influir de forma notable sólo porque se les provoca una tendencia innata a respetar a lo que se nos ofrece como autoridad.
Lo cierto y verdad es que mostramos cierta predisposición a dejarnos influir en nuestras percepciones y opiniones cuando somos interpelados por lo que podamos considerar autoridad. Tendemos a creer que quienes poseen ciertos rasgos de autoridad, los líderes, disponen de mayor conocimiento, más experiencia o más derecho a opinar. Y esto condiciona nuestras decisiones. Ésta es una de las formas más básicas de manipulación, el principio de autoridad.
Es por esto que nuestros medios de comunicación se han poblado de tertulianos y expertos que opinan de todo pero revestidos de la autoridad de aparecer en la pequeña pantalla. Esto les permite influir en el público y generar corrientes de opinión. Y eso, en el mundo de lo políticamente correcto y de la comunicación de masas está muy cotizado.
Si bien es cierto que este principio de aceptación inconsciente de la autoridad ha podido ser una de las bases de nuestra supervivencia evolutiva, también se constituye como una vulnerabilidad a la manipulación. Ser crítico constantemente con todo lo que se nos ofrece implica un gasto de energía importante pero aceptar la autoridad sin cuestión nos debilita en nuestra capacidad de decidir autónomamente y de forma responsable.
Según el premio Noble Daniel Kanheman, nuestros procesos mentales alternan fases de racionalidad con fases de automatismos. En esta fase de bajo proceso racional alcanzamos conclusiones rápidas a partir de indicios simples. Si percibimos alguna pista de autoridad ni siquiera nos paramos a confirmar si esa autoridad es cierta o no, simplemente atajamos para tomar decisiones condicionadas a la pericia de aquél que se nos revela como experto. Es por esto que siguen apareciendo famosos y supuestos científicos en los anuncios aunque en el fondo sepamos que ni necesariamente consumen ese producto ni siquiera con realmente científicos.
De hecho, el experimento de Milgram demostró que la influencia del principio de autoridad era tan poderosa que la gente es capaz de transgredir su escala de valores simplemente porque entraba en un modo agente al aceptar rápidamente la autoridad de un supuesto científico revestido con bata blanca. El principio de autoridad ejerce una presión tal que es capaz de hacer que la gente se desentienda de la responsabilidad de sus actos y considerándose un mero instrumento al servicio de la autoridad.
Por esto es importante que sepamos detectar cuándo nos manipulan con este principio y cómo pretenden condicionar nuestras decisiones.
El efecto uniforme se utiliza de forma muy intensiva para determinar que existe una autoridad superior que reviste a quien está delante. Difícilmente nos pondremos a discutir con quien tiene tal supuesta autoridad. En los anuncios televisivos de lavadoras, por ejemplo, suelen aparecer técnicos revestidos con blancas batas para provocar nuestra predisposición a aceptar su consejo. A pesar de que somos conscientes de que probablemente sea un actor.
A su vez, la exposición de títulos hace patente que la persona es experto en al materia y sin más le conferiremos una capacidad de opinión sobre asuntos por encima de nosotros incluso aunque esos asuntos puedan estar fuera del alcance de su pericia.
Es raro que alguien se presente a sí mismo como experto. Que otra persona predisponga a la audiencia con halagos en favor de quien va a hablar después es mucho más efectivo. En política, el líder no es el primero que se expone en un mitin. Toda la actividad previa va dirigida a reforzar la imagen y la pericia del líder que al final, tras tener el camino despejado, podrá influir en sus votantes con mayor capacidad de convicción.
Si tomamos consciencia de cómo opera este principio de autoridad, tal vez consigamos ser un poco menos manipulables. La próxima vez que alguien con un mono de trabajo o un chaleco reflectante pretenda colarse en nuestra capacidad de decisión podamos defender nuestro espacio con más madurez.
Hoy celebramos a...