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Eucaristía y canibalismo son muy diferentes: respuesta a un niño

Hostie pozbawione glutenu są materią eucharystyczną nieważną [dokument watykański]

Ania Freindorf/REPORTER

O Catequista - publicado el 26/01/18

Que esa cuestión surja de boca de los pequeños puede causar desconcierto en muchos papás, desde los tiempos de la Iglesia primitiva. Pero en realidad es algo más sencillo de responder.

Una vez, uno de nuestros hijos hizo esa pregunta, cuando le explicamos que al comulgar, el cristiano come el Cuerpo de Cristo y bebe su Sangre. Que esa cuestión surja de boca de los pequeños puede causar desconcierto en muchos papás, pero hay que recordar que es la acusación que se hacía a los primeros cristianos de la Iglesia primitiva, ¡y que les costaba una sentencia de muerte!

Pero en realidad es algo más sencillo de responder.

La presencia del propio Cristo en la Eucaristía es real, pero no natural: es una realidad mística, física y sobrenatural al mismo tiempo. Su cuerpo, sangre, alma y divinidad están sustancialmente presentes en la Eucaristía, pero no percibimos el sabor de la carne y la sangre. ¿Por qué? Porque las especies del pan y el vino permanecen, es decir, su sabor, textura, tamaño, etc. El pan y el vino, en su esencia, no permanecen en la Eucaristía, pero sus accidentes, sí.

¿Qué son los accidentes? Son las cosas accidentales, no esenciales. Por ejemplo, tú puedes engordar 20 kilos, pero eso no cambiará tu esencia, no hará de ti otra persona. Sólo cambiará tu apariencia. De la misma forma, si te pintas el pelo de otro color, tendrás un aspecto muy diferente, pero esencialmente seguirás siendo la misma persona. Porque el peso y el color del cabello son accidentes.

De la misma manera, los accidentes del pan y el vino permanecen tras la transubstanciación, pero en esencia ya no son pan ni vino: son el Cuerpo y Sangre de Cristo, realmente.

Recibimos a Jesús en la Eucaristía en la forma de pan y vino, pero esa forma es solamente un accidente. En esencia, ahí está Jesucristo.

En síntesis:

1 – Solamente el hecho de recibir el Cuerpo y Sangre de Jesús en la forma de pan y vino ya diferencia profundamente la Sagrada Comunión del canibalismo.

2 – En el canibalismo, se consume sólo una parte del cuerpo de una persona; mientras que en la Eucaristía recibimos a Jesús POR ENTERO, todo su cuerpo, y también su alma y divinidad.

3 – La carne consumida por el canibal es de una persona muerta o herida; mientras que el fiel que comulga recibe a Cristo vivo, y Él no sufre ninguna herida por eso.

El canibalismo se practicaba en la mayor parte de los casos por razones religiosas, pero era una realidad natural: Se trataba de “apropiarse” del alma o de la fuerza vital de esa persona consumiendo su cuerpo. En la Eucaristía, hablamos de una realidad sobrenatural: Dios nos alimenta él mismo con su propio ser para poder asemejarnos a él. En la Eucaristía, no somos nosotros los que nos “apropiamos” del ser de Dios sino que Él se une a nosotros y nos diviniza, nos transmite su propia vida.

Por O Catequista, traducido y adaptado por Aleteia

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