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Cómo san Pablo luchó contra el diablo

SAINT PAUL
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Philip Kosloski - publicado el 25/01/18 - actualizado el 24/01/24
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Su lucha no era contra "carne y sangre".

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Mientras san Pablo viajaba de ciudad en ciudad predicando el Evangelio de Jesucristo, un adversario le atacó sin cesar. El mismo Pablo describe esta implacable batalla en su Segunda Carta a los Corintios.

Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”.

En otras traducciones la palabra ‘ángel’ se sustituye por ‘mensajero’.

Un enemigo

Los eruditos continúan debatiendo sobre el significado exacto de la frase de Pablo y algunos aseguran que el ‘mensajero’ era una persona real que le hacía la vida imposible a Pablo.

Otros creen que Pablo tenía una “espina” física que le daba gran tormento a su cuerpo.

Otra posibilidad es que Pablo estuviera hablando de un enemigo espiritual, un demonio (un “ángel de Satanás”) que acataba constantemente Pablo.

Esta última opción es algo que mantendría una consistencia con las cartas de Pablo, ya que menciona frecuentemente la realidad de la guerra espiritual. El pasaje más famoso sobre este tema es de su carta a los Efesios.

Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.

¿Para qué las tentaciones?

Si Pablo, en efecto, luchó contra un “ángel de Satanás”, entonces nos recuerda que, a veces, Dios permite ataques de este tipo para fortalecernos y hacer que crezcamos en humildad.

Según escribió san Pablo en su Primera Carta a los Corintios:

“Dios es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas. Al contrario, en el momento de la tentación, les dará el medio de librarse de ella, y los ayudará a soportarla”.

No hay otras referencias a este “ángel de Satanás” en las cartas de Pablo, pero está claro que se trató de una lucha constante permitida por Dios.

Victoria segura

Quizás Pablo tuviera dificultades gran parte de su vida batallando contra este demonio, pero la buena noticia es que el demonio no tuvo la última palabra.

Según escribió Pablo en su Segunda Carta a Timoteo:

“He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación”.

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