El dúo creativo formado por Liam Neeson y Jaume Collet-Serra vuelve a ofrecernos un thriller de acción construido con eficacia y sentido del ritmo
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Cuando Liam Neeson y Jaume Collet-Serra comenzaron su relación laboral con la divertida Sin identidad, parecía que ambos buscaban, en cierta manera, aprovechar el empujón de popularidad que la carrera del irlandés había logrado a raíz del éxito internacional de Venganza.
Sin embargo, mientras las secuelas de la producción de Luc Besson iban volviéndose cada vez más rutinarias –sobre todo por la implicación en las mismas de Olivier Megaton, un director de ramplona mediocridad–, en cambio las posteriores colaboraciones de Neeson y Collet-Serra fueron adquiriendo un sorprendente peso específico, proporcionándole al actor papeles más complejos y más ricos en matices –desde el antiguo Air Marshall con problemas con la bebida de Non-Stop (Sin escalas) hasta el antiguo matón de la mafia de Una noche para sobrevivir–, y al director, la oportunidad de madurar su dominio del ritmo y de la tensión escénica con historias más exigentes.
Precisamente, el catalán venía de rodar la que seguramente sea su mejor película junto a La huérfana, la muy minimalista Infierno azul, así que el retorno a terreno conocido que supone su cuarta colaboración con Neeson en El pasajero (The Commuter) puede parecer, al menos a priori, una apuesta un tanto conservadora.
Una sensación que parte, digámoslo ya, de un guión muy perezoso, que desperdicia un arranque de notable interés –y, como señalan sin cesar los responsables del largometraje, muy hitchcockiano– derivando en una ensalada de tópicos, pistas falsas y giros argumentales previsibles que alude, con notable desvergüenza, a Non-Stop (Sin escalas), empezando por la compartida ambientación de la historia en un medio de transporte en movimiento que limita la acción de forma natural… Si bien, en esta ocasión, es un tren de la Metro-North Railroad.
Por suerte, Collet-Serra es muy consciente de las limitaciones del material que tiene entre manos y lo eleva a base de pura puesta en escena –atención al espléndido arranque, en el que resume la rutina diaria de Michael McCauley (Neeson) de forma eficaz y dinámica–, acrecentando la tensión a cada secuencia y demostrando, una vez más, su talento para crear set pieces espectaculares con muy poco elementos.
No obstante, y a pesar de que El pasajero (The Commuter) funcione de forma perfecta como espectáculo de acción, lo interesante del trabajo de dirección del catalán es el rendimiento narrativo que obtiene de la escena aparentemente más nimia, por lo consciente que es de qué función tiene cada pieza dentro del puzzle general que es el largometraje.
Para lo cual sabe que puede apoyarse, claro está, en un Neeson, como es habitual en él, espléndido, que se echa la película a sus espaldas y mueve la trama adelante a base de carisma, humanidad y heroísmo cotidiano. Es él quien hace de enlace con un reparto, es justo señalarlo, de sorprendente solidez –atención a la presencia de Florence Pugh, la joven protagonista de Lady Macbeth, en un papel secundario y un registro muy, muy diferente–, generando cierta sensación de coralidad dentro de una historia que, en realidad, gira de forma absoluta alrededor de su personaje y la crisis moral que sufre durante el arranque de la historia.
Ficha Técnica
Título original: The Commuter
Año: 2018
Países: Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia
Género: Acción
Director: Jaume Collet-Serra
Reparto: Liam Neeson, Vera Farmiga, Patrick Wilson, Jonathan Banks, Elizabeth McGovern, Sam Neill