La Santa Sede investiga los hechos que involucran al sacerdote Titus Brandsma, asesinado por los nazis en Dachau y al beneficiario del milagro también sacerdote, de Palm Beach
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El padre Michael Driscoll, de la diócesis de Palm Beach en Estados Unidos, ha declarado ser beneficiario de un milagro obrado por un beato holandés, el sacerdote carmelita Titus Brandsma, asesinado por los Nazis. Tras doce años con cáncer de piel, este sacerdote estadounidense se curó de forma inexplicable por la mediación de padre Titus.
Los doctores tuvieron que extirpar a Driscoll 84 ganglios linfáticos por la naturaleza del cáncer. Además, tuvo que sufrir 35 días de radioterapia. Sus posibilidades de sobrevivir no superaban el 15 por ciento.
Una pequeña reliquia y oración
Según cuenta Driscoll, todo comenzó cuando alguien le regaló una reliquia del sacerdote asesinado. Consistía en un pequeño trozo de la sotana negra de Brandsma.
Cada día, cuenta espontáneo, él se lo pasaba por la cabeza y rezaba. Al final, en diciembre de 2017, la diócesis de Palm Beach emitió un comunicado oficial diciendo que los médicos habían certificado que el padre Driscoll se había curado completamente tras 12 años de enfermedad. “La curación de su cáncer de cuarto grado es clínicamente inexplicable según los médicos”, anunció la diócesis.
Sacerdote, carmelita, profesor y periodista
Titus Brandsma, profesor de filosofía y periodista, fue un férreo defensor de la libertad de prensa en Holanda durante la ocupación Nazi. “Él sabía que muchas personas de su propia parroquia tomaban nota de sus sermones para después denunciarlo a los nazis, pero aun así continuaba”, afirma el padre Driscoll y prosigue narrando…
“Era el portavoz de los obispos holandeses. Denunciaba públicamente a los nazis por las presiones contra la prensa católica, los colegios religiosos, la persecución a los judíos… cualquier cosa”, dice el sacerdote milagrosamente curado.
Sentenciado por defender la verdad
Brandsma fue arrestado por negarse a expulsar a niños judíos de su escuela y por oponerse a publicar propaganda Nazi en los periódicos católicos, que era obligatoria. Acabó en el campo de concentración de Dachau, con otros 2.700 clérigos.
“Al parecer, era muy amable con otros prisioneros”, ha contado el sacerdote curado por su intercesión. “Les animaba a perdonar a sus captores y compartía lo poco que les daban de comida con ellos”, agrega. Además, los sacerdotes que no eran alemanes tenían prohibido celebrar la misa.
Pese a esto, Bransdma siguió ejerciendo labores sacerdotales. “Los sacerdotes alemanes pasaban la Eucaristía al padre Brandsma escondida en una funda de gafas. Más tarde, la repartía entre los prisioneros como podía, y seguía animándoles”, cuenta con emoción padre Michael.
La frágil salud del sacerdote provocó que tuviera que ingresar en el Hospital del campo. “La gente decía que una vez entrabas en ese hospital, no salías”, ha contado Driscoll. Los médicos Nazis de Dachau eran famosos por llevar a cabo experimentos con seres humanos.
Misericordia hasta el final
Una enfermera mató a Brandsma con una inyección letal el 26 de julio de 1942. Murió a los 61 años. Otra enfermera que estaba de guardia aquel día declaró que fue la misma Gestapo, la policía secreta, la que ordenó la muerte del sacerdote.
“Antes de morir, Brandsma le dio su rosario, desgastado y muy simple, a esta enfermera”, apuntó Driscoll. “Le pidió que rezase el rosario. Ella no quiso, dijo que ya no era creyente y que tampoco rezaba el rosario”. Él le dijo que no se preocupase. Le indicó que pasase de cuenta a cuenta diciendo “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”.
A la espera de la aprobación del segundo milagro
Para el padre Driscoll, Titus Brandsma ha sido un ejemplo de cómo sanarse desde la humildad y el amor al prójimo. “Sus compañeros de prisión debían estar muy deprimidos, pero él siempre mostraba buen ánimo y mucha amabilidad hacia ellos”. Yo le digo a la gente que es la fe lo que cura, no tocar este trozo de tela. No hay que rendirse nunca. Hay que mantener la fe”, sentenció el padre Driscoll.
El padre Mario Espósito, sacerdote carmelita de Nueva York, es vice-postulador de la causa. Ha explicado para The Sun-Sentinel que todavía no hay más casos de posibles milagros de Brandsma bajo investigación. “Esperamos que este caso sea determinante, pero hay unos estándares muy exigentes, y la Santa Sede va a explorar este de forma prudente y lenta”, ha declarado.
Artículo originalmente publicado por Religión en Libertad