Palabras cargadas de sentimientos pero también mucha contundencia que, para algunos, la podrían llevar a la presidencia en el 2020 si así lo desearaAnoche la presentadora de televisión recibió el máximo galardón de los Globos de Oro: el premio Cecil B. DeMille, en honor a su carrera en la industria del cine.
Su discurso fue redondo, perfectamente estructurado, contundente, sin tanta politiquería, empático y muy emotivo, como era de esperar no sólo de una experta de la comunicación, sino también de una mujer que no dejó que sus condiciones de origen y todas las dificultades por las que tuvo que pasar determinaran su carrera y mucho menos su vida.
Empezó justamente con una anécdota. Ella era tan sólo una niña que estaba sentada en la humilde sala de su casa viendo los Oscars, mientras su madre hacía la cena tras una larga jornada laboral como empleada doméstica. Fue entonces cuando escuchó 5 palabras que ella misma describe como mágicas: “El ganador es… Sidney Poitier”.
Eran los años 60 y por primera vez un actor afroamericano ganaba en la categoría de Mejor Actor. Ella quizá no sabía eso, pero le sorprendió que un hombre de color fuera celebrado de esa manera en una época marcada por la discriminación racial.
Contó esto para decir que a veces son esos momentos -que podrían parecer insignificantes para muchos- los que pueden cambiarle la visión y la vida a una niña. Poitier también fue el primer afroamericano en recibir el premio Cecil B. DeMille y ahora era ella la primera mujer de color en ser honrada con el mismo galardón, con suerte y la esperanza de que otras niñas la estuvieran viendo en casa y se sintieran inspiradas a lograr sus propias metas.
Pasó entonces a agradecerle también a la prensa (los Globos de Oro son otorgados por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood) pero no tanto por su premio, sino por su dedicación a descubrir la verdad y permitir que la gente no sea ciega ante la corrupción y la injusticia, sobre todo en estos “tiempos complicados”.
Sí, había una indirecta al presidente Trump, quien está en una constante batalla con la prensa, pero Oprah nunca mencionó su nombre y lo hizo de una manera tan sutil que otros pudieran entender por “tiempos complicados” lo que sucede alrededor del mundo o los recientes escándalos sexuales que han salido a la luz pública en Estados Unidos. Al no decir Trump en ese preciso momento (y para nadie es un secreto que ella es súper demócrata), buscó unión en intereses que son comunes.
Y entonces una gran frase: “Decir la verdad es la herramienta más poderosa que cada uno de nosotros tiene”.
Creó el perfecto hilo conductual para felicitar y expresar su gratitud a todas las mujeres que recientemente se han atrevido a hablar de sus experiencias de acoso y abuso sexual, el gran tema de la noche y uno que trasciende de la industria de Hollywood a cualquier profesión, cultura, país, raza o religión. Un problema que a veces queda en silencio porque algunas mujeres, como su madre (experiencia personal y empatía, de nuevo), debían mantener su casa, alimentar a sus hijos, pagar las cuentas y perseguir sus sueños solas.
Introdujo la historia de otra mujer, Recy Taylor, una afroamericana que en 1944 fue violada por seis hombres blancos y dejada en un camino con los ojos vendados cuando regresaba a su casa de la iglesia. Aunque la amenazaron de muerte, denunció lo sucedido (hasta la famosa Rosa Parks llevó su caso) pero nunca hubo una total justicia.
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Como si ya su historia no fuera lo suficientemente trágica, Oprah dice que justo hace 10 días, Recy murió todavía en el marco de una sociedad controlada por hombres poderosos, donde las mujeres temen no ser escuchadas o que no les crean cuando denuncian a este tipo de hombres, a quienes Oprah les advirtió: ¡Su tiempo se acabó! (Time´s Up, como el nombre del movimiento que encabezan las actrices de Hollywood reclamando igualdad y cero abusos; es decir, branding). Enseguida el público, que se notaba conmovido, se llenó de energía y fuerza… tanto para pararse a aplaudirla.
Y, finalmente, el gran cierre (es que hasta veces siento que estoy analizando el famoso discurso Yo tengo un sueño de Martin Luther King, salvando las distancias, con sus picos de emociones). Oprah hizo un llamado tanto a hombres y mujeres (aunque habló por el empoderamiento femenino siempre buscó ser inclusiva) para que trabajemos en conjunto para arreglar lo que está mal en el mundo y asegurarnos de llegar a una época donde nadie tenga que volver a decir: “Me Too” (“Yo también”, la otra campaña contra el abuso sexual), porque si algo ha aprendido en todos sus años de carrera como entrevistadora, es que todas esas personas que han pasado por las cosas más difíciles comparten algo: su habilidad para mantener la esperanza porque siempre hay un nuevo día en el horizonte.
“¡Oprah presidente!” Esa fue la respuesta inmediata en las redes sociales y, después de este discurso, no sorprende esta reacción, ya que demostró ser una líder que inspira.
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