Solo una persona se atrevería a darle órdenes a Cristo…
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Mirando al final de la primera semana del año nuevo, me percaté de un día festivo que me hizo pararme a pensar. El 6 de enero es un día dedicado a Nuestra Señora de Caná. Todos conocemos las Bodas de Caná y cómo Jesús, por petición de Su madre, realizó Su primer milagro público. No sabía que había un día festivo en conmemoración de María en la manifestación de su papel en la historia de la salvación en este acontecimiento.
Solamente hay cuatro situaciones en la Biblia en las que habla María: primero, en la Anunciación; segundo, en la Visitación; tercero, cuando ella y José encuentran a su hijo de 12 años enseñando en el templo; y por último, en las Bodas de Caná, la única ocasión en todo el Nuevo Testamento que María habla a su hijo como adulto.
En el Evangelio según san Juan 2,3-5: “Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía’. Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan todo lo que él les diga’”.
Nunca había pensado realmente en el significado de las Bodas de Caná. El saber de este día me hizo darme cuenta de repente de que nunca había entendido completamente la magnitud y la importancia de esta interacción particular entre la Santísima Virgen María y su único Hijo, el Dios-Hombre. Se trata de un momento increíble en la historia de la Salvación.
Cristo, el Redentor y Rey del Universo, se suma a la iniciativa de Su madre. Ella ni siquiera tiene que debatir con Él lo que le había pedido. Sencillamente Le dijo cuál era la situación y luego, sin responder a Su pregunta, dijo a los camareros que hicieran todo lo que Él les dijera.
Él accedió a su petición y los demás siguieron Sus órdenes. Imaginadlo: la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, honra, sin dudarlo, a una sencilla campesina que ha recibido el tributo definitivo de concederle a Él vida humana.
Las Bodas de Caná y la fiesta de Nuestra Señora de Caná están completamente entrelazadas. Nos muestran lo íntimamente vinculados que están el Hijo de Dios y Su Madre terrenal. Sin ella, no tendríamos a Jesús. Sin Él, no hay Salvación. El camino a Jesús es a través de María. Ninguna persona en toda la existencia fue tan próxima a Jesús como María. María es el camino para que conozcamos a Jesús.
El 6 de enero es la celebración de la Epifanía o “pequeña Navidad”, como se conoce en ciertos lugares. En 2010, el 6 de enero fue también el día del recién canonizado san André Bessette. Pero discretas tras estas fiestas están la humilde y reflexiva Madre y la fiesta de Nuestra Señora de Caná.
Esta misma semana, el papa Francisco dijo esto sobre Nuestra Señora:
“La devoción a María no es una cortesía espiritual, es una exigencia de la vida cristiana. Contemplando a la Madre nos sentimos animados a soltar tantos pesos inútiles y a encontrar lo que verdaderamente cuenta”.