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“Una pregunta arde en mi corazón: ¿qué pasará con los niños si sus padres son deportados a El Salvador?”

TPS Salvador

JOE RAEDLE / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP

Jaime Septién - publicado el 07/01/18

Valiente reflexión del obispo de El Paso (Texas) sobre el posible fin del TPS el día de mañana para cerca de 200,000 salvadoreños

En un artículo reciente, publicado en diversos medios de Estados Unidos, el obispo fronterizo de El Paso (Texas), Mark J. Seitz, ha abogado por que se otorgue indulgencia legislativa a los salvadoreños que actualmente viven en Estados Unidos, y que son protegidos por el Estatus de Protección Temporal (TPS).

Obligados a regresar a su tierra

La petición que ha hecho el obispo Seitz al Departamento de Seguridad Nacional (DHS), días antes de que decida si extender o terminar con ese estatus migratorio especial para unos 200,000 salvadoreños en Estados Unidos, se basa en el bienestar de los niños y de las familias en las que algunos miembros son ciudadanos estadounidenses y otros tienen un estatus migratorio menos permanente.

¿Qué pasará con los hijos de salvadoreños que tienen el TPS si el programa termina y las personas se ven obligadas a regresar a su tierra natal? Hay que recordar que el TPS concede un permiso de trabajo y el aplazamiento de la deportación a ciertas personas cuyos países han experimentado desastres naturales, conflictos armados o situaciones excepcionales para que puedan permanecer temporalmente en los Estados Unidos.

“Una pregunta que arde en mi corazón es ¿qué les sucederá a estos niños si a sus padres se les ordena volver a El Salvador? ¿Qué será de su futuro?”, escribe el obispo Seitz, recogiendo el clamor de muchos grupos en el país, incluida una coalición nacional de ciudades, para que el DHS permita, el 8 de enero próximo, que el programa se aplace y se permita a los salvadoreños quedarse en Estados Unidos.

Beneficios para las ciudades

“Los beneficiarios del TPS salvadoreños que representamos, tienen raíces profundas en nuestras comunidades. Permitir que expire su condición de TPS dividirá a las familias y dañará a nuestras ciudades. Los beneficiarios de TPS salvadoreños han vivido en los Estados Unidos por un promedio de 21 años y tienen 192,700 niños nacidos en Estados Unidos.”, dijo una carta emitida el 3 de enero por Cities for Action (Ciudades por la Acción), que incluye firmas de 19 alcaldes bipartidistas de las principales ciudades estadounidenses, entre las que se encuentran Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Houston y Washington.

Los beneficiarios de TPS salvadoreños llegaron a Estados Unidos empujados por la guerra intestina que sacudió ese país en la segunda mitad del siglo XX, pero también por desastres naturales y por la violencia desatada por las pandillas o maras, especialmente en contra de personas indefensas.

“Estas personas se refugiaron en nuestra ciudad y desde entonces se han integrado profundamente en nuestra economía, lugares de culto, escuelas y vecindarios”, dijo el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, en la carta de Cities for Action.

El trato que refleja lo que somos

En su artículo de opinión, el obispo Seitz cita las contribuciones económicas de los destinatarios de la medida que tomará el DHS y dijo que su ausencia, en caso de que TPS termine para ellos, “se sentirá financiera y directamente en ciertas industrias”, como la atención domiciliaria y la construcción, sin mencionar la pérdida de impuestos que pagan al gobierno local y federal.

Pero hay una razón más noble y cristiana para ayudar a los receptores de TPS, dijo el obispo de El Paso en su artículo: “Cómo tratamos a los más vulnerables en nuestra sociedad es un reflejo de quiénes somos y si hemos aprendido algo en los 2.000 años desde el nacimiento de otro niño inmigrante, nacido en un establo porque sus padres no pudieron encontrarle lugar en la posada – un evento que acabamos de celebrar”.

Más adelante, el obispo Seitz aclara que en papel como obispo de la Iglesia Católica, ha servido y apoyado a innumerables familias centroamericanas. “He sido invitado a sus hogares y a sus primeras comuniones, graduaciones, confirmaciones, bodas; he visto florecer a estas familias a pesar de obstáculos increíbles”, y no merecen que el fin del TPS los devuelva a la miseria.

No hay condiciones para el retorno

Poner fin al TPS para los salvadoreños significaría poner en riesgo la vida de los padres y sus hijos, y permitir la “posibilidad de ser perseguidos por pandillas e identificados como extorsionadores, reclutamiento de pandillas y cosas peores en un país al que no llaman hogar”, agregó el obispo estadounidense, quien en 2017, junto con otros prelados fue a El Salvador y Honduras “para examinar las condiciones sobre el terreno en ambos países y para evaluar si esas condiciones ameritan el fin del TPS”.

La delegación estadounidense determinó que habría “problemas de protección a gran escala si los titulares del TPS se ven obligados a regresar a sus países de origen, especialmente El Salvador”, dijo Seitz en su escrito, publicado entre otros medios en el influyente sitio web The Hill.

Si termina el TPS, la decisión que tendrán que tomar estas familias será desgarradora: “¿Estas familias enfrentarán separación y desintegración, para que su hijo ciudadano estadounidense pueda acceder a los beneficios de una educación estadounidense? ¿O las familias permanecerán juntas y partirán a los países de origen de sus padres, enfrentando una decidida falta de oportunidades y, lo que es peor, situaciones extremas de violencia y posible explotación?”, preguntó al DHS y a la administración federal el prelado estadounidense.

Pagar para entra o salir del vecindario

El obispo Seitz relata en su reflexión que se ha reunido con jóvenes salvadoreños “que, con lágrimas en los ojos, me explicaron por qué intentaron emigrar hacia el norte, obligados a salir de sus hogares, extorsionados por pandillas”.

También dijo haber escuchado el relato de jóvenes que sufrieron agresiones sexuales y abuso doméstico; “los adolescentes han hablado conmigo sobre tener miedo de ir a la escuela por temor a encontrar pandillas en el camino y tener que pagar diariamente para entrar y salir de su vecindario”.

Si el TPS para los salvadoreños no se extiende, subraya Seitz, “aquellos obligados a irse y sus hijos nacidos en Estados Unidos enfrentarán esas condiciones también” y termina diciendo: “Rezo fervientemente para que nuestros líderes nacionales no le den la espalda a estos niños al cerrarle la puerta a sus padres”.

Con información de CNS

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derechos humanosestados unidosinfanciainmigrantes
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