El Pontífice celebró hoy la primera misa de 2018 y exhortó a reservar cada día un momento de silencio, así como lo hacía la Madre de Dios
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“¡Madre de Dios! Es el gozo de saber que nuestra soledad ha sido derrotada. Es la belleza de sabernos hijos amados”, expresó el papa Francisco, quien ha presidido la Misa de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios en el primer día del año 2018.
Ante miles de fieles en la Basílica de San Pedro, en el festejo de la Jornada Mundial de la Paz, indicó que la devoción a María no es “una cortesía espiritual, es una exigencia de la vida cristiana”.
Así invitó a la práctica del silencio para custodiar el alma de la “soberbia”, de la “fastuosidad”, de la “ruidosa confusión de la publicidad”.
Y bajo el modelo de la Madre de Dios instó a reservar “cada día un momento de silencio con Dios”.
Esto porque “es custodiar nuestra alma; es custodiar nuestra libertad frente a las banalidades corrosivas del consumo y la ruidosa confusión de la publicidad, frente a la abundancia de palabras vacías y las olas impetuosas de las murmuraciones y quejas”.
Delante al Portal de Belén, Francisco ha pedido a los fieles de custodiar como María el misterio de un Dios frágil hecho niño y que está en los “brazos de su Madre y ver que para el Señor la humanidad es preciosa y sagrada”.
Francisco dijo que en el corazón de María palpita el corazón de la Iglesia. “La fiesta de hoy nos dice que para ir hacia delante es necesario volver de nuevo al pesebre, a la Madre que lleva en sus brazos a Dios”.
La Mujer en la Iglesia
En su homilía, el Papa aseguró que contemplar a la Madre es sentirse “animados a soltar tantos pesos inútiles y a encontrar lo que verdaderamente cuenta”.
Y definió, de alguna manera, el papel de la mujer en la Iglesia: “El don de la Madre, el don de toda madre y de toda mujer es muy valioso para la Iglesia, que es madre y mujer”.
Luego lamentó que “mientras el hombre frecuentemente abstrae, afirma e impone ideas; la mujer, la madre, sabe custodiar, unir en el corazón, vivificar”.
“Para que la fe no se reduzca sólo a una idea o doctrina, todos necesitamos de un corazón de madre, que sepa custodiar la ternura de Dios y escuchar los latidos del hombre”, abundó.
“Que la Madre, que es el sello especial de Dios sobre la humanidad, custodie este año y traiga la paz de su Hijo al corazón de todos los hombres y al mundo entero”.
La vida es sagrada
Francisco explicó que Dios en su pequeñez ha traído un mensaje: “Por lo tanto, servir a la vida humana es servir a Dios, y que toda vida, desde la que está en el seno de la madre hasta que es anciana, la que sufre y está enferma, también la que es incómoda y hasta repugnante, debe ser acogida, amada y ayudada”.
Custodiar en el silencio
Destacó el silencio del niño Dios en el pesebre y de su Madre que sufrió y tuvo gozos pero “custodiaba todas las cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19).
“Custodiaba. Simplemente custodiaba. María no habla: el Evangelio no nos menciona ni tan siquiera una sola palabra suya en todo el relato de la Navidad”, expresó.
Por ello, el Papa invitó a acercarse al pesebre en silencio y contemplar: “El Dios ante el cual se guarda silencio es un niño que no habla. Su majestad es sin palabras, su misterio de amor se revela en la pequeñez”.
“Esta pequeñez silenciosa es el lenguaje de su realeza. La Madre se asocia al Hijo y custodia en el silencio”, añadió.
Dejar los fardos del pasado
El Obispo de Roma subrayó el secreto de la Madre de Dios: “custodiar en el silencio y llevar a Dios. Y como concluye el Evangelio, todo esto sucedía en su corazón”.
En este sentido invitó, como lo hace el Evangelio, a “mirar al centro de la persona, de los afectos, de la vida”. También explicó que los “cristianos en camino, al inicio del año sentimos la necesidad de volver a comenzar desde el centro, de dejar atrás los fardos del pasado y de empezar de nuevo desde lo que importa”.
El punto de partida es la Madre de Dios porque es “exactamente como Dios quiere que seamos nosotros, como quiere que sea su Iglesia: Madre tierna, humilde, pobre de cosas y rica de amor, libre del pecado, unida a Jesús, que custodia a Dios en su corazón y al prójimo en su vida. Para recomenzar, contemplemos a la Madre”.
El Papa dedicó al final de la ceremonia un momento de contemplación delante a la representación de la Virgen que tiene en brazos al niño Jesús.
La misa concluyó con la bendición papal. La Misa también se ha realizado en el día de la 51 Jornada Mundial de la Paz sobre el tema: “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres en búsqueda de paz.
La Jornada ha sido instituida por Pablo VI para que los fieles reflexionen al inicio del año sobre las obras que llevan a la paz.