Sí, también tu matrimonio merece ser cada día mejor.
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Por mucho que pensemos que es “perfecto” y que todo está bien -gracias a Dios y a nuestro mutuo esfuerzo- siempre habrá áreas de oportunidad para crecer y amarnos a plenitud hasta que la muerte nos separe.
De hecho, este es uno de los milagros del amor. Debido a que este proviene de una fuente inagotable e infinita no se extinguirá a menos que lo hagamos por libre voluntad, por elección personal. Es decir, dejemos de alimentar y cultivar nuestro vínculo amoroso.
Por lo mismo, conviene cuidar nuestro amor “a diario” como el más preciado de nuestros tesoros.
Es cierto, muchas de nuestras resoluciones fallan porque por mucho que tengamos una meta en mente, si no tenemos un plan para llevarla a cabo con decisión, disciplina, tenacidad, constancia y mucha fuerza de voluntad -y amor- ese objetivo terminará en una desilusión más y, por supuesto, no queremos que eso suceda, mucho menos con nuestro matrimonio.
Toda mejora requiere de cambio de hábitos. Date cuenta de que si tu matrimonio se embellece todos los demás aspectos de tu vida mejorarán. Será un gane-gane. Deja las excusas a un lado y comprométete con el ser más importante que tienes en tu vida. No, no es tu hijo, es tu cónyuge…
Sugiero algunos puntos para que trabajen, tanto de manera personal como en pareja, en hacer que su amor conyugal sea cada día más sólido este nuevo año -y para siempre-.
1. Detalles, detalles y más detalles. Alimentar el vínculo matrimonial es tan fácil y se puede hacer de tantísimas formas. Por ejemplo, hazte el propósito de a diario mandarle un pequeño mensaje de texto con una frase de amor: “¿Sabes por qué te amo? Porque, aunque el tiempo me ha cambiado, aún me encuentras atractiva (o)”.
2. Dile adiós al egoísmo y dale la bienvenida al altruismo. “Solo por hoy” -y así todos los días- hazle sentir que no hay nada ni nadie más importante para ti. Un matrimonio feliz tiene todo que ver con la generosidad, con poner la necesidad del otro antes que la nuestra y hacer lo que está de nuestra parte por satisfacérsela. Pregúntale: ¿Qué puedo hacer para hacerte feliz hoy?
3. Crecer en intimidad. En un artículo anterior, “No, lo que nos mantiene unidos no son, ni deberían ser, los hijos”, hablamos de que la intimidad tiene muchas formas. Alimenten su amor por medio de actos que les permitan crecer en intimidad. Por ejemplo, lean un buen libro juntos y coméntenlo.
4. Tener más intimidad sexual. Alguna vez escuché que se necesita más que sexo para construir un gran matrimonio, pero que es casi imposible construir un gran matrimonio sin sexo. Tiene toda la lógica.
5. Escapada juntos, sin niños. Lo ideal es que sea cada semana, pero si no se puede salgan solos mínimo una vez al mes. En esa cita se olvidan de hablar temas de los hijos y solo hablarán de ustedes, de sus inquietudes, sueños, miedos, de todo eso que comparten y que les hizo enamorarse.
6. Crecer en la Fe. Creo firmemente que nuestra relación con Dios es directamente proporcional a nuestra relación matrimonial y en nuestro amor por nuestro cónyuge. Hagan actividades que les permita crecer en amor a Dios. Tan sencillo como hacer oración juntos cada mañana y al acostarse.
7. Reír más. Hagan cosas que les provoquen alegría, gozo, sana diversión. Tomar la vida con responsabilidad no significa que hay que vivirla con caras largas. Un matrimonio alegre es como el panal que atrae a las abejas.
8. Platicadita… Menos electrónicos o distractores y más conversaciones cara a cara. Platiquen -sin interrumpirse- un mínimo de 15 minutos sobre cómo estuvo su día.
Recuerda que el amor es como un diamante, fuerte y duradero, pero si se maniobra sin cuidado se puede romper en fragmentos sin valor. Lo mismo sucede con nuestra relación. Esta debe ser cuidada y nutrida si queremos que permanezca intacta a través del tiempo.