Estrictamente hablando, Adviento es el tiempo litúrgico de preparación a la Navidad que comienza cuatro domingo antes de la fiesta del nacimiento de Jesús y acaba en Nochebuena.
Pero además esos días están llenos de significado, de recuerdos, de experiencias. Sirven para prepararse para la llegada de Dios a tu vida, que puede suceder en cualquier momento y es definitiva al final, con la muerte.
Y qué mejor preparación para recibir a Jesús que despejar nuestro interior de lo que nos aleja de Él, hacer silencio y hacer espacio para el Niño.
Por eso, cuando nos preguntamos qué sentido tiene este tiempo anterior a la Navidad que estamos viviendo, podemos responder un montón de cosas:
Adviento es esperar con los brazos abiertos
el abrazo del que viene.
Es oír en la naturaleza la llegada del Salvador.
Adviento es mantener la llama encendida,
aun dentro de la tempestad más fuerte.
Adviento es perdonar y sabernos perdonados.
Es volver a decidir quién será el guía de nuestra vida.
Adviento es romper con todos los muros del alma.
Es poner corazón de niño.
Adviento es volver a mirar a la madre protectora,
Es sembrar abrazos y besos,
prepararse para la llegada del amor,
y qué mejor forma de preparase que amando,
protegiendo,
guiando,
perdonando,
comprendiendo,
respetando,
dando a luz el todo de nuestro amor…
Adviento es esperar a Aquel que a pesar de los errores
y los pecados nos sigue amando con la misma fuerza.
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Por Sebastián Figueroa
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven
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