La educación de los valores en la familia constituye un tema de gran actualidad y trascendencia en la formación de los hombres y mujeres que necesita la sociedad.
Siembra desde su infancia. La forma de pensar y actuar de tu hijo durante toda la vida se construye en su niñez. Son los mejores años para forjar el futuro valorial de los hijos.
- La educación empieza en casa. La educación familiar estimula las competencias intelectuales y emocionales. Los valores y las emociones se aprenden a gestionar en casa.
- Enseñar con el ejemplo. Los hijos aprenden sobre todo por imitación. La fuerza de los principios está en la coherencia entre lo que se dice en casa y lo que los hijos ven en el día a día.
- Saber escucharles y al mismo tiempo saber decirles “no”. Escuchar significa dedicar tiempo, demostrar amor. La empatía es la base para construir una buena relación entre padres e hijos. Por otra parte los hijos necesitan ser orientados y guiados para garantizar un sano crecimiento en todos los sentidos. Saber decir “no” cuando predomina el capricho en el comportamiento es una base sana para la gestión de la frustración y el crecimiento en valores esenciales.
- La sana pedagogía de la calma. Ayuda a apreciar las pequeñas cosas, a ver los comportamientos de los hijos en clave de progreso y con optimismo cuando hay errores. Existe siempre una segunda oportunidad para todos en la vida. los padres y madres necesitan tiempos para transmitirles no solo conocimientos y habilidades técnicas, sino todo el cariño que les tienen.

Algunos criterios para una siembra eficaz en los valores
- Solo en el diálogo se logra una construcción sana de la personalidad. La serenidad y la alegría en los hijos son resultado de un clima de afecto y apertura hacia ellos.
- Los valores se aprenden por imitación. El mejor modo de educar es estimulando y premiando los buenos comportamientos.
- Dedicar algún momento en la semana, o cuando se pueda, para reflexionar con la pareja y autoevaluar sobre cómo se están transmitiendo los valores en familia.
- Distinguir entre lo esencial y lo superficial a la hora de definir normas de comportamiento para los hijos dentro y fuera de casa. Destacar sobre todo los principios y valores que son realmente esenciales en la vida de los hijos.
Enseñar, educar y formar a los propios hijos es el modo mejor para ofrecerles el camino del crecimiento autónomo, en la responsabilidad y el respeto de sí mismos y de los demás, pero sobre todo es el medio más eficaz para garantizarles una vida serena, feliz y en paz consigo mismos.
Hijos educados en los valores son la mejor garantía de una futura sociedad más feliz.

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