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¿Yoísmo es igual a egoísmo?

EGO

Doodko - Shutterstock

Dolors Massot - publicado el 30/11/17

Algunos spots publicitarios lanzan mensajes que explotan la atención exclusiva al yo. Sin embargo, algo falla en ese estilo de vida.

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Existe un spot publicitario de una conocida marca global de tés e infusiones con el título «Yoísmo».

Da pistas sobre una supuesta fórmula de la felicidad que consistiría en «dejar de pensar tanto en todo para pensar más en ti».

En la línea de ese estilo de vida proponen cinco ejemplos:

  1. «Hacer el saludo al sol». Se trata de la postura del hatha yoga que sirve para calentar músculos. Estiras el cuerpo, arqueas la espalda, flexionas piernas y brazos… Si cada día haces el saludo al sol implica que te dedicas tiempo. Lo cual no está mal.
  2. «Tumbarte a gustito». Para ilustrar estas palabras aparece un hombre de mediana edad en plan relax total sobre un colchón de piscina. Lleva gafas de sol y él va con un bañador de aires tropicales. Se intuye una caipirinha a menos de 5 metros y al camarero dicharachero de «The love boat» (Vacaciones en el mar) listo para atenderle.
  3. «Ver los mensajes del cole y que te dé igual». Hombre, a ver, yo no lo habría dicho de una forma tan brusca. Vale que el grupo de whatsapp de los padres del cole es insoportable cuando el graciosillo de turno dispara memes como si fuera el único que sabe usar internet. Pero de eso a que un anuncio de tés proponga despreciar el contenido de los otros papás sin haberle echado un ojo resulta cuando menos chocante.
  4. «Dar un concierto a los vecinos». O sea, tú sabes que cantas mal, pero te empeñas en hacer parapente con tus cuerdas vocales. Y al vecino que lo zurzan. Muy liberador debe ser, sin duda. Hacerlo un día, tira que te va; pero repetirlo cada vez que vas a la ducha creo que te puede cerrar puertas: me refiero a las del ascensor («para que no suba el pesado ese que canta», dirán).
  5. Un masaje en la espalda dado por una especialista. Dice el anuncio que eso es «superyoísmo», así que el masaje es como mínimo de 90 minutos. Otro ejemplo al que yo me apuntaría con los ojos cerrados.

Uno ve esos 5 ejemplos y no solo los suscribe en líneas generales (el del whatsapp ya hemos dicho que lo ponemos en cuarentena) sino que suspira por que se le hagan realidad a la voz de ya. ¿Quién no quiere que le cuiden, que le mimen?

Estar vivo (y atento) en la red

Aunque parece que la publicidad solo actúa en una dirección (de empresa a consumidor) y los creativos imponen cualquier idea que se les ocurre, esto no siempre es así. Fíjense en algunos comentarios de los usuarios de Youtube después de visualizar ese anuncio:

  1. «El Yoísmo es un síndrome. Los yoístas son personas que creen tener siempre la razón, no se equivocan nunca, lo mejor debe ser para ellos, se lo merecen todo, el mundo debe estarles agradecido por su existencia, hay que hacer las cosas en el momento y en la forma que ellos digan, hay que hacerlas de acuerdo a sus deseos y capricho». Vamos, un infantil y un egoísta de toda la vida! Así que NO, (marca del anunciante), el «yoísmo» NO mola!»
  2. «Exaltación del egoísmo. Porquería promotora del individualismo. Basura antisocial, antihumanitaria».
  3. «Me parece un despropósito social y humano fomentar el egoísmo, y especialmente hacerlo con el público femenino (el público objeto está bastante claro). Adiós, (marca del anunciante), si este es el modelo de mujer que queréis fomentar, podéis meterlo donde os quepa. Las mujeres conscientes y comprometidas no necesitan el yoísmo».

Moraleja: nunca menosprecies a tu público. Es posible que entienda el mensaje que le mandas y que no le guste. En ese caso, encaja las críticas y aprende de ellas.

Creo que el error del anunciante consistió en confundir la parte por el todo: el tiempo de descanso por el tiempo de vida. Y no hay más que ver las consecuencias: un ser egoísta (o sea, yoísta) provoca un rechazo inmediato.

Es el sapo de la fábula, un engreído que no tiene tiempo ni interés por escuchar. ¿Quién está dispuesto a atender a un plasta que solo habla de él? Porque lo malo es que un yoísta es como un reloj: piensa que todos los minutos son suyos. Juzga según a él y solo a él le parece; y da por cerrada cualquier opinión suya porque se cree el único analista válido.

No pensar más que en uno mismo… ¡qué hartura!

Non loquere nisi de se, non cogitare nisi de se (No hablar más que de uno mismo, no pensar más que en uno mismo).

Ya se ve que el egoísmo no es patrimonio nacional de nadie; es tan internacional que incluso existe la expresión en latín. Pero ya se sabe que mal de muchos…

El yoísta se distingue porque no habla de otra cosa que no sea él, y no piensa en otra cosa que no sea en él. Se convierte en la medida de todas las cosas.

Si se habla de una enfermedad en la conversación, él la valora según la fiebre o el dolor que a él le produjo. Si se conversa sobre la Universidad, es capaz de explicar sus recuerdos hasta la extenuación. Yo, mí, me, conmigo…

Queda feo un yoísta visto desde el exterior, pero a algunos les puede atraer esa postura de egocentrismo y por eso sigue estando presente en campañas publicitarias, sobre todo cuando no hay un argumentario racional y se acude al beneficio hedonista como «razón» de peso.

Hay exaltación del ego, por ejemplo, en el agua de colonia masculina de la que se subraya únicamente la capacidad de atraer a las mujeres. Su hashtag #excessiveMe alude a ese ego como centro de atención.

Compro un producto y me llevo puestos sus valores

El target de ese tipo de anuncios suele ser un ciudadano consumista, al que la publicidad impresiona y acude al producto para que le otorgue unos valores que no tiene: seguridad, éxito en la escala social y en el sexo, belleza corporal…

¿Todo eso cabe en un frasco? ¿Todo eso desprende una eau de toilette? Por muy simple que parezca, algo de eso hay: quien toma una taza de té o una infusión, también sueña con percibir el descanso que le prometía el anuncio.

Así que ese yoísmo que formulaba el anuncio de Hornimans o que impregna el de Pure XS de Paco Rabanne, no nos cae tan lejos, porque la publicidad va empapando nuestros anhelos.

Para comprobar si estoy influenciado/a o no, puedo hacer una prueba: si me llevaran a una tienda y dijeran que me regalan esta colonia u otra de otra marca, ¿me daría igual? ¿por qué escogería esta y no otra?

Después de leer esto, ¿eres más o menos yoísta que hace 5 minutos?

Tags:
egoismopublicidadvalores
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