Señor, ayúdame a verte, a saciar tu hambre, tu sed, con mi resequedad
Estás hambriento…
…y no te doy de comer.
Estás sediento…
…y no te doy de beber.
Eres forastero…
…y no te hospedo.
Estás enfermo…
… y no te visito.
Estás en la cárcel…
… y no voy a verte.
Estás hambriento de amor,
sediento de cariño.
Forastero de corazones,
enfermo de tristezas,
en la cárcel de la depresión,
de la desilusión…
Te haces presente en el más «insignificante» para el mundo,
pero el más significativo para ti.
Señor, Ayúdame a verte, a saciar tu hambre, tu sed,
con mi resequedad, con la miseria que poseo,
ayúdame Señor.
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven