Francisco y la difícil misión de estar al lado de los débiles. La visita a un país donde la población de la minoría musulmana rohinyá es objeto de un duro operativo militar y donde 80.000 mujeres embarazadas perseguidas darán a luz en el barro y la miseria El 21 viaje apostólico internacional del papa Francisco es un campo minado; por un lado, la comunidad internacional espera sus palabras duras contra el destierro de la etnia Rohingya, un millón de desplazados hasta la fecha y que marca la mayor crisis humanitaria en la región.
Y por otro lado la Iglesia local se mantiene en la cuerda floja de los equilibrios con los viejos y nuevos poderes (militares y demócratas) del país. Intentan que no haya un ensañamiento velado contra las minorías cristianas.
En el fondo, parecería que cualquier crítica del Papa a las acciones de los poderosos militares de la ex Birmania en la frontera con Bangladesh pudiera menoscabar las relaciones diplomáticas con la Santa Sede abiertas apenas en mayo con un acuerdo firmado.
La Iglesia local ha pedido al Pontífice de no mencionar la palabra ‘rohinya’, porque esto crearía un ‘clima’ de tensión. En sustitución, dicen, mejor hablar del tranquilo vivir entre la mayoría budista del país y los 135 grupos étnicos que viven allí.
Pero el Papa de las periferias y de los refugiados llegó justo cuando se produce la crisis humanitaria provocada por la operación del Ejército local contra los rohinya en el estado de Rakáin y hogar tradicional de esa minoría musulmana.
Una “limpieza étnica de manual” es como la ha definido la ONU. Los militares argumentan que han realizado operaciones contra insurgentes. Sin embargo, desde fines de agosto , el balances es nefasto: la muerte de cientos de personas, violaciones múltiples, la quema de aldeas, y el exterminio del ganado y los cultivos.
620.000 rohinyá han buscado refugio en Bangladesh en los últimos meses y se suman a los más de 400.000 refugiados ya presentes en los campos para prófugos.
Un drama en el drama. La mitad de los prófugos rohinyá son niños y 80.000 mujeres embarazadas darán a luz entre el barro, la miseria y la escasez de comida en los campos prófugos.
El Papa como pastor que trae un mensaje de “amor y paz” (el lema del viaje) al país gobernado por la Junta Militar oficialmente hasta hace pocos años tendrá que moverse con astucia evangélica para llevar adelante su misión de pastor universal.
Los rohinyá son ‘parias’ porque no tienen documentos de ciudadanía y tampoco derechos civiles.
El “rompecabezas” Birmano
El ejército birmano se defiende afirmando que no persigue a la minoría musulmana. Según explican están respondiendo a un ataque por parte de una milicia en el estado de Rakáin. Los datos ofrecen luz: la mayoría de las víctimas han sido civiles desplazados que cuentan historias de una violencia contundente por parte de militares.
La lideresa de facto de Birmania, Aung San-Suu Kyi, también navega en un mar en tempestad puesto que ha sido criticada por no pronunciarse sobre la situación o defender más enfáticamente a los rohinyá. Los militares esperan en una campaña de desprestigio de la democracia naciente.
La Iglesia local apoya a la premio Nobel y media con la vieja cúpula. No obstante, los militares mantienen sus proyectos en la frontera guiados por el general Min Aung Hlaing y el apoyo velado de China que tiene intereses económicos.
El Papa ha encontrado ayer al general Min Aung Hlaing, cambiando el programa por petición de la misma conferencia episcopal. La dictadura de la junta militar terminó hace dos años. Pero ellos siguen teniendo un poder dominante.
Hoy el Papa se encontró con Aung San Suu-Kyi y tuvo su primer discurso en función de la reconstrucción de la nación asiática en armonía con todas las étnicas y las diversidades.
El viaje de casi una semana de Francisco seguirá en el vecino país de Bangladesh el jueves, una periferia pobre y manufacturera debido a la mano de obra esclava o barata al servicio de la alta moda y del mundo industrial occidental y asiático. Allí también, Francisco podría mediar en la crisis humanitaria para acabar con la “limpieza étnica de manual”.
Recibir un disparo NO debería ser parte de la infancia.
Este es el devastador relato de Muhammad, niño refugiado #rohingya. #NiñosEnLaMira pic.twitter.com/QIB68mSOcU— UNICEF en Español (@UNICEFenEspanol) October 23, 2017
