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¿Mujer 10? No, gracias (y 2)

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Dolors Massot - publicado el 25/11/17
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En un artículo anterior, comenzamos el manual de supervivencia por si un día te llega la tentación de ser perfecta. Aquí te llegan aspectos no menos importantes. En guardia.

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Esposa perfecta, amante perfecta, profesional perfecta, amiga perfecta, madre perfecta… ¿Alguien nos da un respiro, por favor?. Para que logremos encontrar el equilibrio entre lo que aspiramos a ser y realmente hasta dónde podemos dar de sí las mujeres, aquí siguen nuevos aspectos en los que puedes verte reflejada. Recuerda que lo importante es vivir tu vida, no la vida de otros; tomar las medidas a tus aspiraciones y priorizar lo que realmente importa.

Tu vida en las redes sociales

Nos metemos nosotras solitas en un berenjenal cada vez que “maquillamos” nuestra vida: nuestra cocina no es la de los programas de televisión ni la de las revistas de decoración. Martha Stewart y Oprah Winfrey tienen una legión de asistentes (asalariados), pero tú y yo no. Eso significa que no hace falta que haya tulipanes en un jarrón con agua sobre la mesa cuando quiero fotografiar el “marmor cake” que he hecho por primera vez. Tampoco es necesario que ordene durante toda la mañana del sábado la habitación de los niños para mostrar en el blog o en Pinterest que hemos montado una tienda de campaña y esta noche veremos las estrellas.

 


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Tu compañero de vida

Hemos hablado de evitar el perfeccionismo que nos estrangula el día y nos quita fuerzas en vez de hacernos más grandes. Puede ocurrir que algunas mujeres, por el jaleo diario y la velocidad en el trabajo y en la vida familar, se planteen que no pueden llegar a todo porque han olvidado que contaban con su marido. ¿Le pides que haga cosas? ¿Cómo es vuestro reparto de tareas cotidianas? ¿Sabe que vivimos en 2017? Cada casa es un mundo, pero desde luego el diálogo y el amor es la mejor pedagogía para conseguir que el otro saque de sí lo mejor que lleva dentro. Pensamientos que debes evitar a toda costa: “si lo hago yo sola, voy más rápido”, “mejor que lo haga yo porque él nunca lo ha hecho”, “para evitar una discusión sobre ese tema, mejor ya no se lo comento”.

Algunos maridos no ven porque no miran, cierto. Pero también a mirar se aprende (si uno quiere y vamos a suponer que quiere). Muéstrale tus debilidades, las grietas por donde se rompe tu aspiración al 10. No lo asustes con un tremendista “tenemos que hablar”. Explícale, de forma concreta y práctica, qué te ocurrió hoy y cómo piensas que podría ayudarte mañana para que no vuelva a suceder.

Cuando un hombre es consciente de lo difícil que a veces es para ti llegar a obtener un 7, valora mucho más todo lo que su compañera de vida va haciendo en cada momento. Saldrá mal o bien, pero habrá visto el proceso. Y eso ya es una descarga que alivia el alma. Así que no te importe que se dé una vuelta por el cuarto de la limpieza, el lavadero o los baños en pleno zafarrancho.

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Tu nido

Nos imponemos un listón de perfecciones que puede llegar a ser agotador. El salón de casa puede estar lleno de juguetes y eso no solo no echará a perder su encanto sino que dará idea de la vida real y feliz que llevamos. Porque la felicidad no es tener el catálogo de Ikea. Mi casa será maravillosa si hace familia, si es nuestro nido, si nos reconocemos en ella. Si para ello tiene que haber un xilofón de plástico y metal sobre una butaca, pues que lo haya. Y si la alfombra tiene una esquina deshilachada porque al gato le da por hurgar como si debajo fuera a ver a Ratatouille, pues mejor. No sueñes con vivir la vida de otros, sueña con vivir la tuya. Y da una oportunidad a los muebles para que vayan cogiendo la pátina del tiempo. La perfección no tiene por qué identificarse con lo nuevo: solo hay que ver la de años que tienen las cataratas de Iguazú.

Es bella la idea de casa como nido. Es refugio, protección, unidad, y a la vez fortaleza a partir de muchas debilidades: las ramitas que voy añadiendo cada día. Un dibujo de los nietos, una foto, unas piedras de la última excursión… El nido sirve para alimentar y dar alas hasta que alguien emprenda el vuelo hacia otro lugar y pueda regresar siempre que quiera.

Tus aliados

Cuando alguien se plantea si llega a todo, por lo general tiene en mente el fotograma de “Solo ante el peligro”: el protagonista, el arma al cinto y la calle desierta porque nadie más lo va a ayudar. Falso. Recapacita y piensa si dispones de aliados que puedan ayudarte (y lo harán de buen grado) en las tareas del día: compañeros de trabajo, parientes como los abuelos o una tía más libre de tiempo, el portero del edificio… Si la wikipedia es fruto de la solidaridad, ¿cómo no vais a cooperar entre vosotros los que os veis cada día?

También es bueno contar con la sinergia de otros padres de familia. ¿Es necesario que 4 mamás o papás vayan cada mañana sacando la lengua para dejar a su niño en el colegio y lo vuelvan a buscar por la tarde? ¿No es más eficiente -y más ecológico y más económico- que vaya uno solo y se encargue de los 4? Los otros tres días puedes hacer tenis, tomar un café o estudiar un idioma, si te apetece. ¡O volver a la cama una hora más! Busca socios entre tus vecinos de urbanización, tus familiares y los papás de otros niños de la escuela si eso puede facilitarte la agenda.

Tu sonrisa

Cuando veas que te tienta la voluntad de aparecer como perfecta ante la suegra, el jefe, los vecinos, los colegas de trabajo, el marido, las amigas o las otras mamás del barrio, utiliza el balón de oxígeno. Algo que te haga volver a la dimensión correcta, a la sencillez de la vida que llevas: nos orientamos a lo perfecto pero admitimos que no llegamos nunca al 10.

En el álbum de fotos del móvil resérvate un par de memes con los que sabes que siempre te ríes a carcajadas. Ponte alguna frase inspiradora en la puerta del frigorífico. Busca una foto de cuando te rompiste la pierna o el brazo de pequeña (o de cuando llevabas brackets como Betty la Fea). Si te pone de mal humor ver que ya no entras en los vaqueros del año pasado, no vuelvas a dejar que te arruinen el día: mételos en una bolsa y llévalos como un rayo al contenedor de una ONG o llama a tu sobrina la mayor, la que te admira con frenesí. Regálate 5 minutos mañaneros para centrar tu día. Y, sobre todo, da las gracias porque, aun admitiendo nuestra pequeñez, contribuimos al bien de la sociedad a diario.

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