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Las islas que nadie quiere visitar

OCEAN

Juni Kriswanto - AFP

Dolors Massot - publicado el 17/11/17

Las corrientes marinas han hecho emerger ante nuestros ojos algo terrible: millones de toneladas de basura, en gran parte plástico que acaba arruinando nuestra salud y la del planeta

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En el mundo existen dos Harry el Sucio. Uno es Clint Eastwood, el protagonista de la película de título homónimo, que era un policía que se tomaba la justicia por su mano. El segundo Harry, «Dirty Harry», es menos conocido: se trata de un niño de 10 meses que protagonizó una campaña de publicidad a comienzos de los ochenta. En el cartel, junto a su foto, se leía: «Harry produce cerca de dos kilos de basura diaria, ensuciará 6.000 pañales a lo largo de toda su vida…». Era una manera de concienciar sobre el impacto que tienen todas nuestras acciones sobre el planeta y, tal como se ha comprobado más tarde, sobre nuestra propia salud.

En cuanto a la huella ecológica que la persona deja sobre el planeta, es especialmente preocupante el uso del plástico, un producto derivado del petróleo que tarda entre 400 y 700 años en disolverse en el medio ambiente. Y no sólo eso: su composición son los polímeros, macromoléculas que nunca dejarán de existir ya como tales.

«Nosotros somos el problema y nosotros somos la solución», es el mensaje en positivo que lanza Gyre Clean Up, un proyecto de concienciación y limpieza de los mares y océanos en todo el mundo. Somos el problema porque somos las personas las responsables de generar residuos de forma masiva. Sin ir más lejos, en Estados Unidos cada 5 minutos se venden 2 millones de botellas de agua de plástico y de ellas se recicla menos del 10 por ciento.

Algunas cifras mundiales son escalofriantes: 

Cada año, 14.000 millones de libras de plástico van a dar a los océanos.

Cada año, en Estados Unidos se fabrican 100.000 millones de plástico. 

Quizá nos habríamos llevado las manos a la cabeza todavía más tarde si no hubiera sido por los científicos del mar, que dan testimonio del impacto del plástico en las aguas. Esto se ha hecho más patente ya que, debido a las corrientes marinas, los restos de la basura se han ido acumulando en determinadas áreas del planeta. Greenpeace publicó un informe en 2016 que sirve como pauta tanto para la información presente como para la toma de decisiones sobre qué podemos hacer como ciudadanos para evitar un desastre. ¿Sabías que unos cubiertos desechables de plástico tardan 400 años en desaparecer? ¿Te imaginas qué impacto medioambiental produce una inocente fiesta para niños? No es solo eso, es la ingente cantidad de productos que consumimos y desechamos a diario y cuyo componente primero es el plástico, incluido el de los envoltorios de verduras y frutas. 

ENVIROMENT
Rich Carey - Shutterstock

Una mancha grande casi como México

El giro del Pacífico Norte, tal como se denomina a las corrientes marinas que se producen allí, ha provocado concentraciones de basura suspendida en el agua de una extensión que rondaría los 1.400 millones de kilómetros cuadrados. Estamos hablando de un espacio geográfico que casi alcanza el tamaño de México y del que alertó el investigador oceanográfico Charles Moore, capitán californiano, después de que unos investigadores estadounidenses ubicados en Alaska hicieran las primeras mediciones de plástico suspendido en el Pacífico Norte entre 1985 y 1988.

Por otro lado, en el Pacífico Sur se detectó en 2011 que las corrientes marinas habían reunido también los desechos procedentes de América y Australia y habían generado una masa informe de dimensiones parecidas a Francia. Con anterioridad a esta, se había detectado en 2009 la isla de basura del Atlántico Norte.

En total, actualmente se conocen seis zonas de giro de las corrientes, que es donde se producen las islas de basura: Pacífico Norte y Sur, Atlántico Norte (Este y Oeste) y Sur, e Índico.

OCEAN
Fangz - Public domain

Giros que provocan las corrientes en los océanos y acaba por formar las islas de basura

Ningún mar ni océano se libra de los vertidos tóxicos y lo único que hace la Naturaleza es arremolinarlos de tal forma que finalmente se hacen visibles a nuestros ojos. Y ni siquiera eso, porque existe un enemigo peor: la microfragmentación del plástico.

El plástico regresa a nosotros ¡en la comida!

El plástico puede ir deteriorándose en el mar, se va fracturando y haciéndose más pequeño. Pero esto no puede hacernos pensar que en su versión más diminuta no afecta al planeta. Precisamente la microfragmentación hace que el plástico pase a formar parte del plancton del que se alimentan los peces. De esta manera, entra en la cadena alimentaria y pasa a otras especies animales y finalmente a las personas. El ser humano, que ha provocado la suciedad y la toxicidad de los mares con los vertidos de basura (mayoritariamente plástico) acaba siendo víctima de sus consecuencias.

Las implicaciones medioambientales son numerosas: desde que el plancton y las algas no pueden llegar a recibir la luz natural del sol por culpa de la barrera que crean las islas de basura, hasta el listado de especies que llega a estar en peligro de extinción por culpa de la presencia de plásticos en el agua del mar o del océano. Entre otros, se conocen los peligros que acechan a la tortuga boba y a las focas monje.

¿Sabías que cada año, 1 millón de aves marinas y 100.000 animales marinos como las tortugas, los delfines y las ballenas mueren por la ingestión del plástico?

¿Qué podemos hacer?

En la actualidad, la organización Gyre Clean Up lleva años tratando de limpiar las aguas marinas. Su labor es controvertida porque requiere un gasto enorme. Lo mismo ocurre con Boyan Slat, el creador del proyecto The Ocean Clean Up Project, un joven holandés de 23 años que en junio de 2016 presentó un prototipo de limpiador de islas de basura.  Pese a que sus hallazgos están en discusión, la aportación es posible que sea punta de lanza para impulsar políticas nacionales. Otra organización dedicada a ello es la Environmental Cleanup Coalition.

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By Erwin Zwart/The Ocean Cleanup

Uno no se queda quieto nunca. O se activa o empeora la situación. Cada cartón de leche que nos tomamos tardará unos 400 años en desaparecer de la tierra. Entonces, ¿por dónde empezar? Pues ya que los vertidos se generan en casa y en el trabajo, vamos a tomar medidas en este ámbito de influencia personal:

  1. Haz que tu consumo de pescado sea sostenible. El pescado puede ser muy nutritivo. Si quieres ayudar a que la huella ecológica disminuya, adquiere solo pescado de temporada. Greenpeace cuenta con este link para ayudarte.
  2. Participa en las limpiezas de las playas de tu zona. Muchos pocos forman un mucho. Además, sirve para educar a los más pequeños en el respeto al medio ambiente. Y entra por lo ojos qué cosas somos capaces de arrojar al mar (voluntaria o involuntariamente).
  3. No uses agua embotellada. Ingéniatelas para disponer de envases o vasos de otros materiales.
  4. No uses bolsas de plástico. Emplea bolsas reutilizables: es el pequeño esfuerzo de llevar una bolsa en el bolso.
  5. Busca información y compártela en redes sociales (siempre que la fuente sea fiable).
  6. Rechaza el plástico de un solo uso. Recuerda el lema: REFUSE (rehúsa usar plástico de un solo uso), REDUCE (el uso de plástico), REUSE (reutiliza plástico existente) y RECYCLE (recicla cuanto puedas).

Tags:
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