Las dificultades para conciliar su vida laboral y familiar provoca en muchas mujeres una peligrosa alteración de su conducta alimentaria.
Se ha observado en diversas investigaciones científicas que el estrés laboral está ganando cada vez más terreno en la vida moderna, con efectos negativos en la salud, y principalmente en mujeres que en hombres.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define al estrés como “una respuesta física y emocional a un daño causado por un desequilibrio entre las exigencias percibidas y los recursos y capacidades percibidos de un individuo para hacer frente a esas exigencias”.
En la actualidad el estrés relacionado con el trabajo representa un problema global que afecta en la salud de todas las profesiones y trabajadores tanto de países en desarrollo como los desarrollados.
Estas afecciones a la salud se encuentran en estrecha relación con el sobrepeso y la obesidad, debido a las respuestas fisiológicas y psicológicas que desencadena en el organismo. Muchas veces las personas se encuentran atrapadas entre el deseo de bajar de peso y el estrés, la ansiedad y otras alteraciones, que les llevan a perder el control sobre su conducta alimentaria.
Una de las explicaciones por la cual se vincula con mayor frecuencia en las mujeres es debido a distintos factores psicosociales relacionados, por ejemplo, con el doble papel que juega la mujer en el hogar y en el trabajo, la influencia de las expectativas sociales y mayores exigencias del trabajo. Ese intentar equilibrar ambas responsabilidades conduce con frecuencia a situaciones de estrés, cansancio y depresión.
Esta situación de agotamiento incita a las mujeres a comer más, incrementando el índice de masa corporal (IMC), y por ende su peso corporal. Aquellas que ya presentan sobrepeso u obesidad tienen mayor probabilidad de presentar alteraciones en su conducta alimentaria.
A su vez el sexo femenino presenta una fuerte tendencia a llevar una alimentación emocional de manera de amortiguar esa situación de estrés, apareciendo conductas compensatorias. “Trabajé tanto que me merezco comer un chocolate” -por ejemplo- o con una ingesta excesiva de alimentos. A todo esto se le suma que comen de manera rápida, salteada, fuera de horario y, además, no tienen tiempo para hacer algún tipo de ejercicio.
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