En el año 1066, una princesa inglesa desplazada de nombre Margarita buscaba refugio en Escocia.
Su padre había sido derrocado por los daneses y se había exiliado antes de que ella naciera. Siendo aún muy joven, Margarita regresó a Inglaterra a vivir en la corte de su tío abuelo, Eduardo el Confesor.
Eduardo, líder débil, no podía proteger su reino. La madre de Margarita, Ágata, se llevó a Margarita y a sus otros dos hijos, Edgardo y Cristina, y huyeron al norte escapando de los ejércitos invasores normandos.
Los normandos no tardaron mucho en conquistar Inglaterra y derrocar a Eduardo. Le sustituyó Guillermo de Normandía, también conocido como el Conquistador.
Cuenta la tradición que Ágata decidió abandonar el norte de Inglaterra y viajar de vuelta al continente.
Una joven católica en la corte escocesa
Sin embargo, una fuerte tormenta condujo a su barco al norte de Escocia, donde tomó tierra en un lugar que hoy se llama St. Margaret’s Hope (“la esperanza de santa Margarita”). Poco después llegaron al palacio del rey Malcolm.
Margarita, de 18 años por entonces, pronto se encontró en la corte de Malcolm III de Escocia (también conocido como Malcolm el Canmore, que significa “gran jefe”).
Malcolm III ya era un viudo con dos hijos. (Y sí, es el mismo Malcolm que aparece en Macbeth de Shakespeare, aunque el Malcolm histórico era un niño cuando su padre, el rey Duncan, fue asesinado).
Margarita no era únicamente dulce y encantadora por naturaleza, sino que también era una católica devota y piadosa.
El rey Malcolm se enamoró perdidamente de ella y se casaron en Dunfermline, Escocia, en 1070.
Reformas religiosas y gobierno justo
Una de las primeras cosas que empezó a hacer Margaret fue leerle la Biblia a su nuevo marido.
Se cuenta que las lecturas e historias que ella le leía diariamente ayudaron a “civilizar” al rey, estableciendo las condiciones para el desarrollo de la fe católica en Escocia.
Margarita inició una serie de reformas religiosas con la intención de conformar las prácticas eclesiásticas con las de Roma.
Siguió los consejos del futuro arzobispo de Canterbury, Lanfranc, y se hizo famosa como ejemplo de “dirigente justa”. El hijo menor de Margarita y Malcolm llegó a ser considerado un “gobernador santo”.
Impulsora de espiritualidad
Margarita se implicó profundamente en obras de caridad y de hecho servía a huérfanos y a pobres todos los días antes de comer ella misma. Incluso lavaba los pies a los pobres imitando a Jesús.
A medianoche se levantaba y asistía a los servicios de la iglesia.
Invitó a la orden benedictina a establecer un monasterio en Dunfermline en 1072 y fue responsable de la construcción de transbordadores que ayudaran a los peregrinos a cruzar el río para la adoración.
Margarita también inició la restauración del monasterio de Iona y se encargó de la liberación de ingleses exiliados capturados durante la invasión.
Margarita fue una devota tanto en su vida privada como en la pública. Era totalmente “genuina”.
Gran parte de su tiempo lo pasaba en oración, con lecturas devocionales y haciendo bordados eclesiásticos.
Un matrimonio profundamente unido
Todo su esfuerzo y devoción por Dios tuvieron un profundo efecto sobre su antes irascible marido.
El rey, que no sabía leer, estaba tan impresionado con su esposa que hizo decorar sus libros de oración con oro y plata.
Uno de estos libros, un pequeño Evangelio con magníficas ilustraciones de los evangelistas, se conserva en la Biblioteca Bodleiana de Oxford.
Malcolm nunca comprendió los efectos a largo plazo de los muchos esfuerzos de su esposa. La amaba tanto que simplemente le dejaba hacer lo que deseara. Sin embargo, la desgracia llegó a Margarita de forma inesperada.
Durante la Batalla de Alnwick el 13 de noviembre de 1093, Malcolm y su hijo mayor, Eduardo, murieron en combate contra los ingleses. El hijo de Margarita, Edgar, tuvo la nada envidiable tarea de informar a su madre.
Todavía sin cumplir los 50, pero ya debilitada por su ayuno constante, Margarita falleció tres días después de la muerte de su marido e hijo.
Santa madre y esposa
En reconocimiento a su santidad y lealtad personal a la Iglesia, por poner en marcha reformas religiosas y por sus constantes obras de caridad, el papa Inocencio IV reconoció a Margarita como santa en junio de 1250.
En Proverbios 31,10-12, Lemuel, rey de Masá, recibió este consejo de su madre:
Mujer ejemplar no es fácil hallarla; ¡vale más que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella, y nunca le faltan ganancias. Brinda a su esposo grandes satisfacciones todos los días de su vida”.
El rey Malcolm III de Escocia tuvo una esposa así. Margarita es reconocida como patrona de las familias grandes y de las viudas, y también de los padres que han perdido a sus hijos. Su fiesta es el 16 de noviembre.
Santa Margarita de Escocia, reza por nosotros.