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En busca de la sana soledad

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Chloe Langr - publicado el 14/11/17

Lo creas o no, la soledad es una oportunidad para crecer como persona.

Todo el mundo ha sentido soledad en algún momento de su vida, ya fuera en la juventud, al alejarse de su escuela y sus amigos para empezar de nuevo en otro lugar o quizás simplemente cuando un amigo se ha distanciado. La soledad puede ser dolorosa y nos hace enfrentarnos a un sentimiento de vacío. No hay solución inmediata, pero si cambiamos de perspectiva, podemos descubrir que esos sentimientos de vacío ofrecen de hecho unas oportunidades increíbles.

La doctora Tara Well, profesora de Psicología en el Barnard College de la Universidad de Columbia, estudia la motivación y la manera en que las personas gestionan sus emociones y perciben sus relaciones. En vez de enfocarse en cómo “arreglar el problema” de la soledad, Tara Well insiste en que deberíamos aceptarlo como parte de la vida y centrarnos en el desarrollo personal. Ya estemos luchando contra el miedo a la soledad después de terminar los estudios y mudarnos lejos de la familia, o estemos decepcionados por la falta de actividades planeadas para nuestro fin de semana, estos cinco consejos extraídos de la investigación de la doctora Well pueden ayudarte a superar el miedo a estar solo.

1. Buscar aprender más que saber por qué 

Si te sientes solo, a menudo puedes hacerte preguntas como: ¿Por qué me pasa esto a mí?  ¿Por qué estoy tan excluido y vacío? Para poder aprender de la soledad, Tara Well dice que debemos dejar de preguntarnos por qué. “Creer que podemos evitar que ocurran de nuevo cosas desagradables si descubrimos por qué sucedieron en un primer momento puede sonar como una buena idea, pero en realidad puede sumergirnos en un torbellino de reproches y críticas, lo cual nos hará sentir aún peor, según investigaciones sobre cogitación”, escribe.

En lugar de preguntarnos por qué, Tara Well recomienda concentrarnos más en las oportunidades de aprendizaje. “Mirar una situación desde otro ángulo permite descubrir información nueva”, afirma. “La próxima vez que sientas que la soledad se infiltra en tu vida, no preguntes ‘por qué estoy siempre solo’, sino mejor ‘qué puedo aprender de esta situación’”.

El simple hecho de tener una perspectiva nueva sobre la soledad nos permite extraer lecciones mucho más fácilmente.

2. Saber de dónde viene el temor a la soledad 

Cuando nacemos, dependemos enteramente de nuestros padres, tanto por el alimento como por todos los demás cuidados. Cuando dejamos a un bebé solo, incluso si es solamente para recoger algo en otra habitación, puede que se sienta abandonado. Cuando regresamos a la habitación, el sentimiento se disipa rápidamente y se da cuenta de que no estaba realmente solo. Sin embargo, a veces este miedo al abandono que uno siente de niño puede perdurar en la vida adulta.

“De niños, tal vez pensábamos que teníamos que aferrarnos a nuestros padres sin importar lo que pasara, porque de lo contrario nos abandonarían”, escribe Tara Well. “Estos sentimientos de impotencia pueden surgir de nuevo cuando nos sentimos solos en la edad adulta. La alarma de apego puede activarse por la marcha de un cónyuge o incluso un compañero de piso afectuoso. Su ausencia puede desencadenar una especie de abstinencia química en nuestro cuerpo que puede ser muy dolorosa emocionalmente y podemos sentir la misma intensidad y sentimiento de urgencia de cuando éramos niños. Podemos tener la impresión de que vamos a morir. Este es el sentimiento que muchos adultos temen más ante la idea de estar solos. Es importante recordar que somos adultos con más opciones y mucha menos dependencia de los demás. La alarma está obsoleta; la emergencia desaparecerá. Durante la infancia, pueden abandonarnos, pero como adultos simplemente nos dejan atrás: duele, pero rara vez pone en peligro nuestras vidas”.

3. Resistir las ganas de dejarse llevar por soluciones fáciles

Cuando uno está solo, puede ser fácil recurrir a las cosas de la vida que nos curan rápidamente del sentimiento de vacío. Algunos, cuando se sienten solos, encuentran consuelo en un libro y un café con leche con un toque de vainilla. Pero incluso si la comida, las bebidas o un paseo de compras a la antigua usanza pueden hacer desaparecer la sensación de vacío, estas soluciones solamente ofrecen un alivio a corto plazo (¡y a menudo nos arrepentimos de la decisión más tarde!).

En lugar de recurrir a estas soluciones fáciles cuando nos enfrentamos a la soledad, Tara Well recomienda resistir las ganas de reparar la soledad. “Tener un sentimiento de satisfacción y aceptar la soledad sin experimentar una urgencia de atenuarla: esto es lo que los psicólogos llaman tener un alto nivel de control de impulsos, utilizar procesos cognitivos para observar y examinar, en lugar de dejar que nuestra angustia dirija nuestras acciones. Es la clave para crecer y desarrollar relaciones sanas con los demás y con uno mismo”.

4. Asumir riesgos razonables

Cuando atravesamos solos por un gran cambio en la vida, puede instalarse en nosotros un sentimiento de soledad. Puede que estemos mudándonos a una nueva ciudad por nuestra cuenta o quizás empecemos un nuevo trabajo sin una cara familiar en la oficina, la sensación de soledad puede aferrarnos a cualquier punto de referencia. En vez de encerrarnos en nosotros mismos durante períodos de transición solitaria, podemos tomar algunos riesgos razonables. Podemos saludar a los vecinos cuando nos mudemos al nuevo apartamento o quedarnos a pasar el rato con los compañeros después de la primera semana de trabajo.

“Teniendo confianza y sabiendo cuándo soltar lastre, podemos poner en marcha el cambio que deseemos en nuestra vida y considerar nuestra soledad como una situación temporal, un momento sin apoyo”, escribe la doctora Wells. “Irónicamente, el actuar solo, por uno mismo, desde su fuero interno, puede atraer a personas que nos admiran y respetan por tener el valor de defender aquello en lo que creemos realmente”.

5. Rechazar la idea de que estar solo es siempre algo malo

Incluso si estamos rodeados de amigos y familiares, de vez en cuando sentimos soledad. Del mismo modo, si estamos en una relación amorosa, esa persona (¡aunque sea con quien se supone que vamos a pasar el resto de nuestra vida!) no va a aliviarnos de todo nuestro sentimiento de soledad.

“Estamos condicionados a buscar la felicidad fuera de nosotros mismos y a calmar los sentimientos de soledad, pero los demás no pueden, por mucho que nos amen, satisfacernos completamente (y continuamente) con su presencia y su atención afectuosa”, escribe Tara Well.

La soledad es parte de la condición humana y nadie puede resolverla. En vez de esperar que nuestros amigos, nuestras relaciones o nuestra familia nos quiten el sentimiento de soledad de nuestras vidas, debemos aceptar esos momentos de soledad y permitirles que nos ayuden a crecer como personas.

Este artículo ha sido publicado originalmente en la edición francesa de Aleteia y ha sido traducido y /o adaptado aquí para los lectores de habla hispana.

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