El documental refleja el lado más humano del actor¿Qué es lo que debe primar en un documental sobre una figura célebre? A mi entender, que quienes están detrás de la cámara hayan cumplido con sus propios propósitos. Se puede criticar a Michael Moore, pero el tipo te muestra exactamente lo que quiere que: ni más ni menos.
Los propósitos varían de unos cineastas a otros: en Spielberg, el reciente documental de Susan Lacy de unos 150 minutos de duración, se incide en el origen de sus obsesiones, que residen en su infancia, en las relaciones familiares, en la ausencia del padre y en todos los miedos del director.
En De Palma, en cambio, apenas encontramos huellas familiares, tampoco testimonios de otros colegas, dejando sus responsables (Jake Paltrow y Noah Baumbach) que sea el propio cineasta el que se explique y desvele las señas de identidad de su cine.
En Yo soy Heath Ledger, aunque no falta el recorrido habitual por sus películas, se incide en el lado más humano del actor.
Los tres documentales me parecen magníficos, aunque podríamos reprochar que, en el primero, se pase de puntillas por los denominados “fracasos” de Spielberg (que a mí no me lo parecen tanto porque resultan interesantes), y que en el segundo hayan evitado utilizar otros puntos de vista sobre De Palma, y que en el tercero no quieran indagar demasiado en los problemas personales y mentales que condujeron a Ledger a la muerte, y tal vez por eso mismo no citen Candy, una estupenda película sobre drogadictos basado en la no menos estupenda novela de Luke Davies.
En estos documentales te muestran exactamente lo que sus directores quieren que veas y que sepas, y por eso me parecen ejemplares, además de retratar la carrera de tres de los grandes.
Pero estamos con Yo soy Heath Ledger, y en esta biografía visual debemos centrarnos: por sus imágenes comparecen figuras como Ang Lee, Naomi Watts o Ben Mendelsohn, además de los familiares del actor.
Todos ellos acaban recalcando el talento de Ledger y su humanidad, su interés por ayudar a otros, su humildad y su generosidad, valores que se echan de menos en un momento de crisis absoluta de Hollywood, dado lo que nos llega de allí: Harvey Weinstein, Kevin Spacey, etcétera.
Heath Ledger, australiano de nacimiento, fue un hombre generoso y apasionado, y ya en sus comienzos era capaz de convertirse en el bombazo de una película tan anodina y entretenida como 10 razones para odiarte. Capaz de hacerle sombra al mismísimo Mel Gibson en El patriota. Capaz de destacar en Monster’s Ball pese a la brevedad de su papel. Capaz de hacernos creer que era un émulo de Dylan, aunque no se le pareciese, en I’m Not There. Capaz de rompernos el corazón con su personaje de vaquero rudo y bisexual en Brokeback Mountain.
Y, sobre todo, de dejarnos una de las mejores interpretaciones del siglo XXI: su Joker de El caballero oscuro, por el que no haría falta recordar que obtuvo un Oscar de manera póstuma, aunque lo recordamos porque la memoria es frágil.
El documental también refleja su faceta o su vena artística, creativa. Es un tributo merecido, aunque quizá incompleto por las películas no citadas, pero que nos deja un regusto melancólico, como si hubiéramos perdido a un primo o a un amigo al que admirábamos. Heath Ledger fue un actor al que podríamos comparar con el también malogrado River Phoenix: carreras meteóricas, muertos jóvenes que se convirtieron en mitos… Ledger tenía 28 años cuando falleció; Phoenix era algo más joven: 23.
Ficha Técnica
Título original: I Am Heath Ledger
País: Canadá
Director: Adrian Buitenhuis, Derik Murray
Guión: Hart Snider
Música: David Ramos
Género: Documental
Duración: 90 min.
Reparto: Heath Ledger, Naomi Watts, Ben Mendelsohn, Djimon Hounsou, Emile
Hirsch, Ang Lee, Catherine Hardwicke, Ben Harper