“Jesús nos llama a cambiar de vida, a cambiar de camino, nos llama a la conversión”. Esto implica luchar contra el mal, también en nuestro corazón. Y "una lucha que no te da tranquilidad, pero sí te da paz”.
Así lo dijo el papa Francisco en la homilía de la Misa matutina en Santa Marta, explicando -inspirado en el evangelio del día- que este es el “fuego” que Jesús arroja a la tierra. Un fuego que te pide cambio:
Francisco habló de una “conversión que implica todo, cuerpo y alma, todo”.
Luchar
“No existen cristianos tranquilos, que no luchan”, añade el Papa,“esos no son cristianos, son ‘tibios’”.
La tranquilidad para dormir "puedes encontrarla también con una pastilla, pero "no hay pastillas para la paz interior. Solo el Espíritu Santo puede dar esa paz del alma que da la fortaleza a los cristianos”.
“Y tenemos que ayudar al Espíritu Santo” -exhorta el Papa– “haciendo espacio en nuestro corazón”.
“Y nos ayuda mucho en esto el examen de conciencia, de todos los días”, para “luchar contra las enfermedades del Espíritu, lo que siembra el enemigo y que son enfermedades de mundanalidad”.
“La lucha que mantuvo Jesús contra el diablo, contra el mal –recuerda el Papa- no es algo antiguo, es muy moderno, es algo de hoy, de todos los días”, porque “ese fuego que Jesús vino a traernos está en nuestro corazón”.
¿Cómo se pasa de la mundanidad a la gracia?
Por esto debemos dejarle entrar, y “preguntarnos cada día: ¿cómo he pasado de la mundanalidad, del pecado, a la gracia? ¿He dejado espacio al Espíritu Santo para que pudiese actuar?”
“Las dificultades de nuestra vida no se resuelven disolviendo la verdad. La verdad es esta, Jesús trajo fuego y lucha. ¿Y qué hago yo?”.
Para la conversión -concluye Francisco- hace falta “un corazón generoso y fiel”: “generosidad, que viene siempre del amor, y fidelidad, fidelidad a la Palabra de Dios”.