Como padre, si trabajas fuera de casa puedes sentirte excluido de la vida familiar que tiene lugar durante tu ausencia. Aquí te ofrecemos 5 consejos para evitar este miedo muy común en la actualidad
Un trabajo de tiempo completo, una hora de trayecto de ida y vuelta, llamadas de teléfono, emails, textos… Es sólo la punta del iceberg de ocupaciones de trabajo que me alejan de mi familia durante cinco días a la semana, 52 semanas al año.
Sí, la tecnología ha hecho maravillas para hacerme sentir que puedo saber lo que pasa en casa pero, cuando mi mujer me envía fotos para mostrarme lo bien que están y yo enfrento a una reunión tras otra, en parte me siento excluido.
Los ingleses han bautizado lo que vivo con el concepto “Fomo”, iniciales de la expresión Feelings Of Missing Out, El miedo a perderse algo . Pues bien, cuando eres un padre que trabaja fuera del hogar y pasa horas en el trabajo, la lucha contra el Fomo es real.
¿Qué podemos hacer los padres que trabajamos para mantener el Fomo a niveles aceptables? ¿Cómo podemos asegurarnos que estamos haciendo todo lo que está en nuestro poder para sentirnos vinculados aunque estemos lejos de casa durante 40 horas o más a la semana?
Te ofrezco algunas ideas que yo he puesto en práctica al trabajar fuera de casa:
1 – Combatir la convicción de ser indispensable. No lo eres.
Estamos habituados a vernos a nosotros mismos y nuestro papel en la oficina como si fuera esencial. Si no estuviéramos ahí no se haría algo realmente importante, y los resultados podrían ser desastrosos. Nuestros empleadores se esfuerzan por inculcar esta convicción en todos nosotros, esperando animar la fidelidad al puesto de trabajo en detrimento de nuestra vida familiar.
Es verdad que nuestro trabajo es importante, pero en un determinado punto debemos detenernos y entender que el barco seguirá adelante incluso sin nosotros. Si el miércoles no estamos, el jueves el trabajo estará ahí esperándonos.
Debemos comenzar a valorar seriamente el tiempo que pasamos en el trabajo, no sólo para mantener nuestra salud mental cuidándonos a nosotros mismos, sino también para ayudarnos a involucrarnos en los momentos importantes de la vida de nuestros hijos que no volverán más.
Recientemente lo perdí de vista completamente, hasta que no me vi “obligado” a llamar para decir que estaba enfermo porque todos en mi casa estaban vomitando. Recordé cuán útil es un día sin trabajo. Usa las horas que has acumulado para estar con tu familia.
2 – Permanece en contacto durante todo el día
Recibir un mensaje de tu marido y tus hijos que se están divirtiendo en la playa puede con toda probabilidad hacerte sentir excluida, pero permanecer en contacto a través de los fantásticos medios tecnológicos que todos tenemos en el bolsillo puede ayudar a sentirnos en parte presentes.
Sácate selfies y mándaselas a tus hijos para que puedan ver qué haces cuando no estás con ellos. Ponles tarjetitas en sus loncheras y guarda una foto de ellos en la tuya (o en la cartera).
Tarjetitas, mensajes de audio o fotografías son cosas que me ayudan a soportar mejor las largas jornadas en la oficina.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.