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Amistad: ¿cómo lidiar con los celos?

AMIES JALOUSES

© Shutterstock

Mathilde De Robien - publicado el 20/10/17

¿Has sentido alguna vez celos de tus amigas? ¿En qué momentos? ¿Sabes qué hacer para dominar y superar esa envidia? 3 jóvenes, Marthe, Coline* y Anne, han aceptado responder a estas preguntas personales y delicadas y comparten sus antídotos contra este veneno que puede ser la envidia entre amigas.

El diccionario Larousse distingue dos definiciones de celo en el sentido envidioso. La primera es relativa a la vida de pareja: “Sentimiento basado en el deseo de poseer al ser querido y en el temor de perderlo en beneficio de un rival”. En la segunda acepción, más general, puede interferir en las relaciones amistosas: “Despecho envidioso experimentado al ver los beneficios de otro”.

Es un sentimiento normal y corriente, a veces incluso legítimo cuando hay injusticia, pero puede arruinar la vida, llegar a ser opresivo e incluso destructivo. Sin embargo, no todo son malas noticias: podemos dominar los celos, aprender a controlarlos y desmentir al filósofo francés Montaigne, que dijo: “Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio”. De hecho, sí existen “remedios”.

¿Qué alimenta los celos entre amigas?

Los celos no nacen necesariamente de cosas triviales. Más bien pueden tener arraigos profundos y legítimos y pueden ser muy difíciles de desalojar de nuestro corazón.

A menudo la envidia se alimenta de comparaciones: pueden ser físicas, como la cifra implacable que nos marca el peso, la hermosura del cabello, de los ojos o de los dedos de los pies de la vecina; o de orden social, como el matrimonio, los embarazos, el número de hijos, el éxito profesional, el estilo de vida. Por último, si entra una tercera persona en juego que amenaza el equilibrio de una relación amistosa, también puede engendrar celos.

Testimonios:

Marthe, 32 años: “Estaba celosa de la aparente felicidad de mis amigas: de su matrimonio, porque yo no estaba casada; de sus embarazos, porque quería tener un hijo pero no podía tener uno de inmediato por razones de salud. Una mañana recibí un mensaje de texto de una amiga con la noticia de que estaba embarazada: estaba verde de envidia. Entonces volvió la eterna pregunta: ¿por qué ella y yo no?”.

Coline*, 33 años: “En mi caso, los celos cristalizan en torno a la cuestión de las elecciones vitales: alterno entre envidiar a mis amigas que están en casa y entre las que tienen unas carreras estupendas, porque me digo a mí misma: “¡mira, al final es ella quien ha tomado la decisión correcta!”. Me causa celos porque me da la impresión de que ellas han tomado una decisión más inteligente que la mía, de que dirigen su barco mejor que yo”.

Anne, 24 años: “Tenía una amistad muy buena con un chico, pasábamos mucho tiempo juntos, y un día conoció a otra chica y nuestro dúo se rompió un poco, se convirtió en un trío”.

¿Cómo superar los celos?

1. Comenzar por admitir los propios celos

Especialmente porque sentir celos puede hacer parecer que una es tonta o mezquina… André Maurois, en Ariel o la vida de Shelley, escribe: “Nada da más apariencia de estupidez que los celos ocultos. En vez de atacar francamente al adversario, lo que habría sido natural e indudablemente conmovedor, se llega a criticar con acritud palabras inofensivas, acciones banales, dando torpemente un aire de insoportable mezquindad a lo que en realidad es un sentimiento vivo y legítimo”.

2. Analizar los celos

¿Por qué tengo celos? ¿De dónde viene este sentimiento? ¿Qué oculta tras de sí? ¿Tengo buenas razones para estar celosa?

3. Expresar los celos a una persona de confianza

Los celos a menudo revelan miedo o falta de confianza en uno mismo. Poner en palabras ese malestar es otro paso hacia la curación.

4. Actuar

Los celos, utilizados de manera positiva y constructiva, pueden ser el impulso que nos ayude a avanzar. Pueden convertirse en el motor para conseguir lo que soñamos. Ejemplos: empezar una dieta, pedir un aumento de sueldo, encontrar otro trabajo, conocer a otras personas solteras…

5. Cuando no podamos actuar, aprender a aceptarnos tal y como somos

Aceptar que somos limitados, aceptar el cuerpo que se nos ha dado, aceptar que no somos superhéroes, aceptar estar siempre en progreso, dejar de compararse, cuidar la apariencia, hacer un inventario de nuestras cualidades y logros y aceptar los elogios.

6. Abandonarse

Si eres creyente, confía a Dios este sentimiento que te pudre por dentro y pídele su ayuda. También es posible confiarte a Él a través de la oración o del sacramento de la Reconciliación. No olvidemos que Jesús dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mateo 11,28).

Testimonios:

Marthe: “Mi estado de ánimo hizo que mi esposo me preguntara… y hablamos de ello y luego hablamos otra vez… y le dije una palabra de lo que sentía: celos. Al principio me daba mucha vergüenza. Estoy celosa de la buena salud de los demás, porque mi salud no está en su mejor momento, con una enfermedad crónica progresiva que altera la vida, los sueños, los proyectos… Los celos son un veneno que puede llevarte a una espiral negativa. Hoy puedo hablar de ello gracias al trabajo que he hecho sobre mí misma. Lo que me funciona es decirme: ‘Cada persona tiene su propio camino, su propio rumbo, su propio sueño, su propio destino…’. Y luego hago ejercicios de respiración, que me ayudan mucho a exhalar mis sentimientos negativos. Y sobre todo, el hecho de hablar del tema evita alimentar la llama de los celos”.

Coline*: “Pasar tanto tiempo como sea posible con mis amigas para entender su elección de vida, para inspirarme o, al contrario, para reafirmarme en mis propias decisiones. Ver es conocer; conocer es comprender; comprender es amar”.

* Nombre ficticio para respetar su privacidad.

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