El CNE anuncia el triunfo del oficialismo en las elecciones regionales de este domingo en 17 estado del paísPero los resultados llegaron y fue un jarro de agua fría: según el organismo electoral la oposición habría perdido las gobernaciones que tenía y las que aspiraba ganar, quedando solo el Estado Bolívar en discusión. De acuerdo al Consejo Nacional Electoral (CNE) serían solo 5 las gobernaciones obtenidas por la oposición contra 17 que habría ganado el gobierno. La reacción opositora es denunciar un “mega fraude” y la toma de las calles para exigir auditar todo el proceso.
Esta reacción de la oposición venezolana no se había producido anteriormente. Después de 26 procesos electorales a lo largo de todo el período chavista, es la primera vez que el sector denuncia abiertamente una manipulación de cifras y amenaza con saltar todas las barreras en procura de la verdad.
Lo que no escapó a observadores, dirigentes y ciudadanos fue el manejo discrecional del CNE a lo largo de todas las etapas del proceso. Haciendo caso omiso de la normativa venían colocando trabas de todo tipo a los votantes para el ejercicio de su derecho. No obstante, una jornada cívica, concurrida, responsable y casi heroica se cumplió el día de ayer: los venezolanos se trasladaron puntualmente a los centros de votación reasignados, a pesar de la lejanía; soportaron largas colas que en muchos lugares se extendieron todo el día; las personas mayores fueron ayudadas por los más jóvenes a subir varios pisos –aun en sillas de ruedas- para depositar su voto; y al final, una pertinaz lluvia cayó sobre varias zonas del país sin hacer mella en la determinación de la gente de permanecer en las filas para ejercer su derecho.
No es la primera vez que el CNE adelanta resultados que no coinciden con el conteo de votos emitidos a boca de urna ni con lo asentado en las actas de votación. No es la primera vez que circulan, de fuentes confiables, números que el CNE anuncia exactamente al revés de los que manejan los consultores y asesores electorales. No es la primera vez que la ciudadanía se siente defraudada. Pero es la primera vez que la dirigencia opositora se muestra segura y desafiante en la defensa de lo que estima correcto y canta un fraude general. Esto plantea una deriva que puede dar un giro al estado de cosas en el país.
Marcos Villasmil, analista del influyente blog América 2.1, aseguró en su escrito: “Si algo debe leerse de esta nueva barbaridad perpetrada por los herederos de Chávez, es que es perfectamente coherente con su designio de mantener el poder a toda costa: un régimen que está dispuesto a matar, torturar y encarcelar a sus ciudadanos, ¿cómo no va a estar dispuesto a robarles el voto?”.
Muchos fueron los venezolanos que no se hicieron expectativas “ante el ventajismo de un régimen sin respaldo popular”. Todo el elenco político, ONG, juristas y asesores trabaja en acciones a llevar adelante. “No sientan que perdieron su voto –afirman- todo este esfuerzo servirá para desmontar la trampa. Serán determinantes las decisiones que se tomen en el ámbito internacional. El gobierno no ha hecho más que arrinconarse en su obsesión continuista, se aisla y acorta su tiempo en el poder”.
Otras visiones predicen un escenario donde se debilitaría la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) que ha conducido todo este proceso y surgiría un liderazgo emergente que aún no se avizora. Pero lo cierto es que la oposición reivindica haber ganado en estados tan emblemáticos como Zulia, Táchira y Carabobo y están dispuestos a demostrarlo con las actas de votación en la mano.
En el estado andino de Táchira, por ejemplo, la dirigente del partido Acción Democrática muestra evidencias de cómo obtuvo 63,29% de los votos, frente a 35,38% del candidato del PSUV y actual gobernador. La MUD ganó la gobernación de Anzoátegui por primera vez desde 1999, año en que llegó Chávez al poder.
En Zulia, el dirigente de Primero Justicia, Juan Pablo Guanipa, obtuvo la victoria con 51,6% de los votos frente a 47,13% de Francisco Arias Cárdenas. “Sin duda, estamos ante un megafraude”, exclamó el candidato a la gobernación de Bolívar, el único estado donde el gobierno acepta discusión: “Gané por paliza -dice Andrés Velasquez de la Causa R- y estoy dispuesto a defender el triunfo a como de lugar”.
La reacción de Maduro ha sido amenazar con cárcel a todos los gobernadores opositores. El mandatario aseguró que no trabajará con “guarimberos ni saboteadores”. La respuesta es un liderazgo opositor que saca las uñas y ya no parece dispuesto a detenerse en remilgos. Es un cuadro muy complejo el que ha pintado el gobierno, tal vez para extremar las contradicciones que lo han sostenido hasta ahora. Lo que está por verse es si la apuesta seguirá funcionando, habida cuenta de su débil piso de sustentación política.
Pero lo más peligroso y lamentable es que han sido dinamitadas las bases y esperanzas de acercamientos para rescatar ciertos equilibrios que abran caminos para la recuperación económica y el alivio a la tremenda crisis humanitaria que atraviesa la nación y que perjudica, sobre todo, a las capas más vulnerables de la población. Estos resultados electorales – declaró hace momentos el director de la firma Datanálisis- representan “el peor escenario para el país, para la oposición y, paradójicamente, para el chavismo. La vía de la negociación se rompe estrepitosamente”.
Una apretada síntesis de las primeras impresiones: podría producirse el fortalecimiento del ala radical de la oposición y de la presión internacional que previsiblemente se endurecerá. Se incrementarán los riesgos para invertir en Venezuela y la frustración podría complicar las cosas internamente para la oposición.
Las miradas están puestas en la manera como la dirigencia opositora gerencie este peligroso tramo. Pero, si bien la sola lucha electoral no basta contra un régimen de estas características, pasar al terreno radical y profundizar el deterioro no necesariamente se traducen en percutor para expulsar a un gobierno que lo mantiene como política de Estado.