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Cómo relacionarme con la ex de mi marido (por el bien de la familia)

EX

Roman Seliutin - Shutterstock

Luz Ivonne Ream - publicado el 12/10/17

Hay situaciones o circunstancias de la vida que requieren de que echemos mano de todas nuestras capacidades humanas: inteligencia, voluntad, virtudes, talentos, dones, carismas, etc. para que, como se dice en muchos lugares, llevar la fiesta en paz con la ex del marido. ¡Y todo, por el bien de la familia!

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Estos días ha sido noticia internacional el intercambio de afirmaciones entre la ex del presidente Donald Trump, Ivana Trump, y su actual esposa Melania. La señora Ivana -madre de los hijos mayores del señor Trump- afirma que es ella la que debe ser la primera dama, por ser la primera esposa del presidente.

Melania Trump, también madre de otro de sus hijos -Barron- no se quedó callada y respondió por medio de su representante que este comentario de la ex de su marido demuestra claramente no tener ningún valor pues denota que quiere buscar la atención de una forma egoísta. Lo cito en inglés: “There is clearly no substance to this statement from an ex, this is unfortunately only attention-seeking and self-serving noise”.

Desafortunadamente, este tipo de dimes y diretes, rencillas, problemas o cómo les queramos llamar es más frecuente de lo que nos pudiéramos imaginar. ¡Pasa hasta en las mejores familias!

Hay situaciones o circunstancias de la vida que requieren de que echemos mano de todas nuestras capacidades humanas: inteligencia, voluntad, virtudes, talentos, dones, carismas, etc. para que, como se dice en muchos lugares, llevar la fiesta en paz con la ex del marido. ¡Y todo, por el bien de la familia!

El caso que acabo de plantear -el de las Trump- es el claro ejemplo de lo que es utilizar nuestra inteligencia emocional a nuestro favor o en nuestra contra, de hacer un parón y reflexionar antes de hablar o reaccionar. Recordemos que no por tener boca tenemos todo el derecho de decir lo que pensamos, pero por tener cerebro sí tenemos la obligación de pensar todo lo que decimos.

Este tipo de familias extendidas es una realidad actual y, nos guste o no,  va in crescendo. Es un tema que se puede tocar desde muchos puntos de vista y lo trataré de hacer con el mayor respeto posible porque, aunque de manera personal no esté de acuerdo con el divorcio y las segundas nupcias, ante todo hay que buscar el mal menor -moralmente hablando- ante esta u otras tantas situaciones similares.

Es decir, reconocemos la opción del mal menor pues supone el mayor bien posible: en este caso, el bien y el bienestar de la familia en general, máxime si hay hijos de por medio. De por sí las criaturas ya vienen de un tsunami de dolor provocado por la relación y el divorcio de sus papás. Y si a esto le aunamos que los pleitos por parte de los adultos continúan… el dolor será ya irreparable. No se vale.

Por lo tanto, hay que apostar por intentar vivir en paz por lo que es fundamental que actuemos como adultos.

Me ha tocado ver familias donde todos conviven con todos. Es decir, el papá con la nueva esposa y la mamá con el nuevo esposo y los hijos: los tuyos, los míos y los nuestros pasándola bien como una gran familia.

Demasiado moderno, pensarán algunos. Sin embargo, he visto que se llevan bien, que han logrado convivir unos con otros porque todos tienen un único fin en mente: vivir en paz y en armonía por el bien de ambas familias. No son los grandes amigos ni los más cercanos pero cuando les toca pasar tiempo juntos, todos ponen de su parte para vivir lo mejor posible.

Y es que hay un punto de unión entre los ex, un vínculo irrompible entre ellos: sus hijos. Si son creyentes, en este vínculo cabría hablar del lazo sacramental, el cual no se rompe y el compromiso moral no termina hasta la muerte.

Es decir, el que tú ahora seas legalmente la esposa, no exime a tu esposo de su obligación moral con su ex. Y hasta aquí comento porque ese no es el tema en este artículo.

Seamos honestas, como buenas mujeres somos más de tirarnos al drama y de ver problemas donde no los hay. Este tipo de circunstancias como esa de que mi marido tiene una ex son cosas en las que hay que actuar objetivamente, con la cabeza fría y sin apasionamientos, siempre viendo el bien común y no solo el personal.

Para comenzar, si te unes a un señor antes casado, hoy divorciado, a fuerza tendrá una ex, y si tuvieron hijos, al admitir casarte con él aceptaste el paquete completo con pros, contras y consecuencias. Estas son cosas donde no se trata de dividir el amor, sino de multiplicarlo, insisto, por el bien de todos, sobre todo, el de los hijos.

Cuando eliges -por libre voluntad- casarte con un hombre que previamente estuvo casado y ahora divorciado te involucras en otras relaciones, como las que inevitablemente debe mantener con su ex esposa y con sus hijos.

Para relacionarte “bien” con la ex de tu marido te sugiero que reflexiones en los siguientes puntos. Algunas te parecerán inalcanzables, pero si lo piensas detenidamente no lo son porque se trata de potencializar todas tus virtudes, de vivirlas a su máxima expresión con caridad, fortaleza, empatía y justicia.

  • Respeto: Tú relación con la ex tendrá mucho que ver en cómo está la relación de ella con tu esposo. Si entre ellos existe cordialidad y respeto, si él cumple con la manutención de los hijos y tal vez de ella también, entonces te será más sencillo entablar una relación armoniosa. Por justicia, permite a tu esposo que cumpla como “hombre” y de manera cabal lo que moralmente le corresponde con su anterior familia.
  • Empatía: Trata de ponerte en su lugar. Ella se casó con quien pensó sería su eterno amor, esposo, compañero de vida y ahora nada de eso existe en su mundo. Es normal que de repente te vea a ti como la intrusa. Tú no puedes hacer nada para que ella cambie ese pensamiento. Lo que sí puedes hacer con tu actitud y comportamiento es hacerle ver y sentir que tú no eres la enemiga, que tú no le “bajaste” al marido. Si ella te guarda rencor a ti y a tu relación matrimonial, es importante asumir que es algo que no está en tus manos sanar. Esa es una herida que ella debe trabajar de manera personal.
  • Cordialidad: En la medida de lo posible trata de tener una conversación corazón a corazón, madura y sin otro fin que encontrar puntos de encuentro entre ambas. Insisto, por el bien de todos. Lo más inteligente es que ambas elijan llevar una relación donde el apoyo sea mutuo, donde ambas se sientan a gusto. Establezcan límites permitidos, aceptables y respétenlos. Sé que suena descabellado, pero sí se puede. No se trata de que sean las mejores amigas, pero sí de que hagan lo imposible por llevar una relación respetuosa y cordial.
  • Cariño a los hijos: Trata bien a sus hijos y nunca hagas diferencia alguna entre los tuyos y los suyos. Cualquier mujer, no solo la ex de tu esposo, montará en pantera y le conocerás su lado más oscuro si le tratas mal a sus hijos. No hay mujer- por muy educada que tenga su inteligencia emocional- que tolere malos tratos o faltas de respeto hacia sus hijos y el hacer diferencias es una.
  • Prudencia: Si surge alguna desavenencia entre ella y tu esposo mantente al margen. Se necesita de mucha fortaleza para no emitir juicio alguno. Resérvate tu opinión, apuesta por la templanza y la caridad para no salir corriendo a reventarle huevos en la cabeza a la señora, en el caso de que ella sea la problemática y la testaruda. Los problemas entre ellos son de ellos. En todo caso, platica con tu esposo para que ese disgusto no lo lleve a la relación de ustedes.
  • No hables mal de ella. ¡Y mucho menos frente a sus hijos! Recuerda que es su madre y para ellos no es justo ni agradable escuchar cosas negativas de su mamá. Si lo haces lo único que conseguirás será estropear tu relación con ellos y con su madre.
  • No des pie a chismes. Si quieres mantener tu relación con ella lo más sana posible, olvídate de rumores y cierra oídos a cualquier murmuración. Y tú también sé prudente con lo que llegas a comentar sobre ella. Si no tienes nada bueno que decir, el silencio es la mejor opción. Ahora que si crees que la señora no tiene nada bueno que le puedas admirar procura encontrarlo. Después de todo, ella fue la primera compañera de tu ahora marido y por algo en su momento fueron pareja. ¿No crees?
  • Las cosas claras: Ahora bien, si de plano tú haces todo y de todo para llevar la fiesta en paz y a la ex nada más no se le pega la gana respetarte y, por el contrario, en cuanto se ven te quiere ofender, lo siento, pero eso no se puede permitir en ninguna circunstancia. Con la educación que te caracteriza y con palabras llenas de respeto -aunque quizá no se lo merezca- y sin buscar pleito pon las cartas sobre la mesa. Dile que entiendes que lo que la hace actuar así contigo es el dolor que siente. Que, por el bien de todos, especialmente, de los hijos, deseas llevar una relación cordial, pero que si ella no está lista -o de acuerdo- para que así sea lo respetarás, pero de lejos. Por prudencia, retírate y no busques desquitar tu frustración ni con tu esposo ni con sus hijos.

Recuerda que no es un juego ni de ego ni de poder. La ex de tu esposo merece tener su lugar como eso, como su anterior esposa y madre de sus hijos y tú como su actual mujer. Ambas necesitan trabajar en aceptar y respetar mutuamente sus roles de una manera madura.

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