Pidamos para que Dios abra nuestros oídosSeñor,
abre mis oídos a lo que quieras de mí;
ante mi desconfianza, dame seguridad;
cuando no te escuche, insiste una vez más;
si aún no te hago caso, envíame una señal.
¡Susúrrame al oído! ¡Háblame en sueños!
¡Grítame fuerte! ¡Muéstrate descaradamente!
¡Dame pruebas! ¡Haz lo que sea necesario!
¡Vence mi terquedad y logra lo que quieras de mí!
Amén.
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven