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Ha llegado el momento de conquistar los bancos, los mercados de valores y las salas de juntas… para Cristo

MŁODZI LUDZIE W BIURZE

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Maciej Gnyszka - publicado el 06/10/17

Difícilmente podría pensarse que el mundo de las finanzas y el empresarial pudieran tener una buena disposición hacia el cristianismo. Es hora de cambiar esto.

¿Y si otro mundo fuera posible? Ese era el mundo con el que soñaba san Maximiliano María Kolbe. Su lema vital era “ganar para la Inmaculada Virgen María las almas de todas y cada una de las personas del mundo”. Lo repito para un mayor impacto: todas y cada una… Un objetivo muy ambicioso. San Maximiliano era un maximalista. Y es lo que todos deberíamos ser; si Dios está a nuestro favor, ¿quién podría estar en contra?

Las élites como objetivo

Sin embargo, quizás aspiremos a cumplir lo mismo usando vías diferentes que, aunque se diseñaron hace algún tiempo, se han transitado menos en los últimos tiempos. Podríamos tomar el camino que escogió la Iglesia en sus comienzos, cuando la tapa que cubría la entrada a las catacumbas apenas estaba abierta.

Era un tiempo en que el emperador era pagano, los intelectuales eran paganos y también los artistas… Aunque, ¿quién no era pagano por entonces? Aquellos que profesaban su fe terminaban entre rejas o en las arenas de un circo rodeados de leones. Era un tiempo en que el cristianismo se extendió rápidamente desde los estratos sociales bajos hasta las élites.

El emperador se convirtió relativamente rápido; a él lo siguieron sus oficiales y, unas pocas generaciones más tarde, la Iglesia empezó a adquirir una posición de prestigio y a tener cada vez más influencia en el mundo; como resultado, la vida diaria fue creciendo en su carácter cristiano. Podemos decir que este camino, el de empezar desde abajo, fue asumido rápidamente por las élites sociales de entonces, que difundieron el cristianismo a las masas.

Prestigio y éxito

Mi sueño es repetir este camino. Sueño con un mundo donde los que están arriba miren con envidia a sus semejantes en términos de prestigio y éxito, es decir, sus colegas católicos. Mi sueño es que esos católicos supongan un ejemplo que atraiga a otros y desencadene conversiones espectaculares y genuinas de celebridades y magnates. ¿Cómo podría ser? Busco maneras para conseguirlo.

Durante los últimos 8 años he desarrollado una comunidad de empresarios que en sus actividades diarias obedecen los valores representados por la Iglesia católica. Hasta ahora, hay casi 400 empresas así en Polonia, que van desde empresas pequeñas a otras cuyos beneficios se cuentan en millones. Sin embargo, nuestra comunidad ha unido a miles, por ejemplo, entre nuestros inversores o suscriptores de nuestros boletines. Un amigo mío comentó hace poco: “A juzgar por cómo va la situación, el Señor ha bendecido nuestra iniciativa”. ¡Cuánta verdad!

Fe con estilo

Estamos ganando impulso y con nuestro trabajo nos acercamos cada vez más a la magnitud de la obra de mi ídolo, san Maximiliano. Todas las semanas se nos unen unas dos docenas de empresas nuevas. Hace un tiempo tuvimos nuestra primera reunión en Nueva York, dentro de un mes estaremos en Bratislava, Tai Pei y Hong Kong

En noviembre nos reuniremos en Roma con empresarios de todo el mundo durante un retiro inspirado por san Maximiliano. Entre nuestros invitados se encontrarán, por ejemplo, el cardenal Raymond Leo Burke y Michał Kondrat, director de la película Dos coronas sobre Kolbe, fundador de la Caballería de la Inmaculada Virgen María.

Mi sueño es que dentro de un par de años, nuestras reuniones no habrán atraído solamente a muchos participantes, sino que habrá ofrecido un impulso para un gran renacimiento del prestigio del catolicismo entre las élites. Tengo claro que necesitamos mucho esto y que ha llegado el momento de salir de las cálidas catacumbas para conquistar los bancos, los mercados de valores y las salas de juntas para Cristo.

Hace unos días, cuando los perros ya ladraban somnolientos en mi barrio a las afueras de Varsovia y mis dos hijos dormían profundamente, soñando seguramente con las nuevas naves espaciales que construirían con sus juguetes al día siguiente, pregunté a mi Esposa:

– Ola, ¿y si supusiéramos, solo hipotéticamente, que cuando Jesús habló a santa Faustina sobre la chispa que surgiría de Polonia para encender el mundo entero… en realidad tenía en mente nuestra empresa?

– ¡Te has vuelto loco! – me contestó con una amplia sonrisa.

– Sí, quizás. Pero todavía me pregunto que, de ser así, ¿qué pasaría entonces?

Mi esposa reflexionó durante un momento.

– Entonces debemos estar bien – admitió por fin.

Queridos lectores, preparémonos en Roma. Es el mejor lugar para empezar.

Artículo publicado originalmente en la edición polaca de Aleteia en: https://pl.aleteia.org/2017/09/29/pora-zdobywac-dla-chrystusa-salony-gieldy-i-sale-konferencyjne/

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