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David Arratibel: “Converso es una película sobre conversaciones pendientes”

DAVID ARRATIBEL

Capture Youtube - festivalpuntodevista

José Luis Panero - publicado el 04/10/17

El estreno del documental ha sido un éxito en su primera semana de exhibición

Cuatro años después de ser filmada llega a las salas de cine españolas el filme documental Conversodel que ha hablamos desde este mismo espacio-, dirigido por el joven cineasta navarro David Arratibel. Y con motivo del éxito de su reciente estreno el pasado 29 de septiembre (según datos de la distribuidora Márgenes), tras un amplio recorrido por festivales, Aleteia ha podido conversar con él.

– ¿Cómo arranca esta película, cómo se fragua todo esto?

Cuando terminé mi primera película, Oírse, con todo el tema de las vivencias religiosas ya con mi familia, mi hermana, mi madre, estaba muy bloqueada la conversación.

– ¿No podía expresarse abiertamente sobre el tema?

No. Había ahí algo que no funcionaba, pero con mi cuñado sí que hablaba bastante, con Raúl. Y bueno, tras Oírse, Raúl me propuso hacer otra. Me hablaba, sobre todo, de los órganos de iglesia. Y entonces hay un momento en que él me propone hacer algo sobre esos órganos.

– ¿Qué exactamente?

Hacer una película sobre un órgano que había encontrado en una iglesia anglicana al sur de Londres y que se lo había regalado el párroco. A mí no es un tema que de repente me entusiasme para hacer una película, porque a mí los documentales que me gustan tienen que ver más con las historias personales, con las vivencias que salen de las tripas. Entonces hablar de algo que no fuera conmigo…

Pero bueno empiezo a hablar con él, de la religión y ya se ve en la película, que hay un momento en el que con Raúl estamos hablando de órganos de iglesia y la conversación, inconscientemente, se deriva a otro terreno.

– ¿La película, sin quererlo, ya estaba tomando forma?

Es que llega un momento en que todos somos conscientes de hacia dónde está yendo el tema y tenemos que hablarlo entre todos y decir: “bueno, ¿estamos dispuestos a hablar de esto en una película, algo que no hemos podido hablar entre nosotros y vamos a hablarlo con una cámara delante?”. Y esa es un poco la premisa, empiezo a hablar ya con mi hermano, con mis hermanas, luego con mi madre y ahí se va fraguando todo el contenido.

– Y entonces, de algún modo, había una inquietud latente, que ha surgido a partir de esa conversación casual, ¿no?

Sí. Es que para mí esta es una película sobre conversaciones pendientes sobre un tema latente, como dices. Es como ese subterfugio que siempre hay en las familias, ese tema del que no se puede hablar, que se queda un poco como tabú, y es de esos asuntos que no vamos a hablar porque va a generar conflicto. No hablemos de religión, política o de fútbol. Si es en Nochebuena ya nos cargamos la cena, ¿no? Es lo típico. Entonces era un tema que no abordábamos porque generaba conflicto. Pero al final el tema se ha desanudado.

– ¿La cámara ayudó a construir la historia?

Hay una cosa curiosa en lo que es el dispositivo cinematográfico. Habitualmente genera un rechazo o que te coarte al expresarte. Pero en este caso generó lo contrario, era como que en el momento en el que la cámara empezaba a rodar era el momento de hablar.

– ¿Y qué se le pasó por la cabeza?

Todo adquirió una trascendencia, no sé si en el sentido religioso, pero lo que estaba claro es que era el momento en el que íbamos a abordar esto. Si tú te animas a hablar de algo y no hay ese dispositivo cinematográfico que va a registrar ese momento puedes llevar la conversación por otro lado, irte, volver… Pero ya estábamos dispuestos a hablar de lo que nos había pasado a todos, ¿no? Ya no había marcha atrás. Para mí ese momento de la filmación fue muy importante.

– ¿Usted aún sigue, digamos, sostenido en su agnosticismo o esta película le ha hecho tambalearse hacia un lado distinto?

Mira, yo en toda la película no tuve en ningún momento dudas de mi agnosticismo. Porque creo que se pueden tener dudas de fe y agnosticismo.

– ¿Podría explicarse?

A mí me parece que la duda es sana a inherente al pensamiento. Y en toda la película no las tuve excepto, hasta que en un momento, con Raúl -yo soy muy racional también- quise meter un plano de 17 minutos donde él explica por qué llega a la convicción de que Dios existe. Explica, sobre un documental sobre experiencias cercanas a la muerte, el tema de la autenticidad de los evangelios en cuanto a fuentes literarias y entonces llega a la convicción, desde la cuántica, desde el órgano del universo. Ahí hubo un momento en el que de repente tuve como una especie de instante fugaz de zozobra, pero no ha calado.

– ¿Y se ha repetido otro momento así?

Sí… En las últimas semanas, un amigo mío muy querido de la infancia tiene cáncer y no sabemos cómo va a acabar. Él es creyente y el otro día estuvimos en la orilla de un río hablando tres amigos, dos agnósticos y él. Hablando sobre la vida, la muerte, y todo y sí, me tocó mucho el momento, incluso más que en la película.

– ¿Y ha podido compartir la experiencia?

Sí, lo hablaba con mi pareja y le decía que me ha ‘tocado’ en el punto ese de la trascendencia, de la vida, de la muerte. Yo he pensado muy poco en la muerte, ni de niño, ni de adolescente. No he sido de esos niños que tienda a hacer grandes preguntas… Yo preguntaría lo que había para cenar pero no adónde se ha ido el abuelito. No tengo la conciencia de haber tenido ese mundo, así como de sensaciones.

– ¿Hubo algo concreto que le haya movido durante el rodaje?

Sí, lo hay y además está en el tráiler. En la película entera yo no sé lo que estoy haciendo, estoy hablando con mi cuñado de órganos, luego empiezo a hablar sobre religión, sus vivencias… Pero de hecho, se nota que al principio de la película yo tengo una posición inquisidora con ellos: “¿y qué tuviste que ver tú ahí?”, le digo a Raúl, que parece que le voy a agarrar del pescuezo cuando se lo pregunto. Mi posición es frontal.

Y hay otro momento en el que mi hermana me dice eso de que a mí esta película me ha servido mucho porque de una puta vez hemos podido hablar tú y yo, que no querías hablar porque te daba mal rollo, y esto ha sido muy importante para mí.

– Se sintió interpelado por su propia historia…

Así es. Quien me desarma es la propia película, que directamente me interroga. Es decir, estoy interrogándoles yo de una manera inquisidora y de repente la película me interroga: ¿Por qué no has querido hablar con tu hermana, que tanto la quieres, sobre algo que es tan importante para ella?, ¿por qué has tenido tanto prejuicio y tanto rechazo a lo que estaba viviendo ella como para no hablarla durante seis años y después hacerlo desde el cariño y el amor y decir: “oye, qué está pasando contigo, qué es lo que te conmueve, qué te ha hecho sentir esto?”.

Y desde el amor acercarme ahí a compartirlo, a entenderlo, no necesariamente a compartirlo de abrazar la fe, pero a compartirlo desde el cariño que le tengo, ¿no? Y eso es lo que a mí más me interroga de la película y esa es la clave de la película. En resumen: tú empiezas haciendo la película interrogando a los de enfrente pero al final te acaban interrogando a ti como autor.

– ¿Por qué cree que es tan importante la familia?

Es complicado. Creo que de la familia sale lo mejor y lo peor de nosotros. De todas las vivencias de la familia, de querer hacerte tu hueco, de que te quieran, de querer… Todo lo que es el inconsciente de las personas surge de allí y se genera una vivencia nueva. Claro, la familia es el refugio: cuando no te queda nada tienes a la familia, y luego en la película se ve que nuestra familia es una familia complicada.

– ¿Hay motivo?

Un divorcio de mis padres, con una vivencia muy traumática, mucho conflicto entre ellos y los hermanos estábamos en medio en un fuego cruzado muy complicado. Mi hermana dice: “tú y yo hemos sufrido mucho juntos”. Y nuestra relación no podía contaminarse sólo porque ella tuviera una vivencia religiosa y yo no. Ha sido súper sanadora la película en ese sentido con mi hermana pequeña, la mayor… Con Raúl teníamos una relación bonita y la seguimos teniendo…

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