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Cómo superar el síndrome de estrés postraumático

PTSD

Photographee.eu - Shutterstock

Luz Ivonne Ream - publicado el 01/10/17

Los síntomas comienza a surgir aproximadamente un mes después de vivir un acontecimiento duro en la vida

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Hoy lloramos por México, Puerto Rico. Hace unos días por Texas y por tantísimos otros lugares donde los desastres naturales han llegado, la gran mayoría, sin avisar. Todos hemos sentido ese zangoloteo interior al ver el drama por el que nuestros hermanos pasaron -y siguen pasando-. 

Es muy importante que todos entendamos que lo que sucedió y que, a mayor o menor escala, va a provocar una crisis -emocional, personal, familiar, etc.-. Es normal que suceda porque fue un cambio muy duro, inesperado. Y esto pasa aunque hubiéramos estado listos y preparados para recibir todo esto. El cambio en sí generará algún tipo de desacomodo y malestar. Por ejemplo, esto pasa cuando fallece un familiar al que tuvimos tiempo de acompañar en su larga enfermedad. Por mucho que estemos mentalizados de que ya está descansando y demás, ese cambio, traerá algún tipo de desequilibrio en nuestras vidas.

Las personas que de primera mano están enfrentando estas catástrofes, es importante que busquen y encuentren apoyo emocional lo antes posible. Es muy importante que ese apoyo profesional sea ejercido por especialistas en el tema: el Trastorno o Síndrome de Estrés Postraumático, o «PTSD» por sus siglas en inglés.

El síndrome de estrés postraumático es un trastorno psiquiátrico que aparece en personas que han vivido algún suceso dramático en su vida como la muerte violenta de un ser querido, la amputación de algún miembro, un secuestro… El tratamiento es parecido al que reciben los soldados cuando regresan de estar en el frente.

Las consecuencias de este síndrome no se ven de manera inmediata. De hecho, cuando pasamos por eventos traumáticos, nuestro cuerpo se llena primera de adrenalina, sustancia que nos empuja a salir adelante en esos momentos. Estamos, como se dice comúnmente, sobreviviendo. Tenemos muy guardadas nuestras emociones porque en este momento de crisis -o de tragedia- nos estorbarían para maniobrar.

Después de 30 días aproximadamente, cuando todo comienza a regresar “a la normalidad”, comienza la caída. Es decir, comenzamos a ser más conscientes de la realidad y empiezan a aparecer los síntomas. Aquí es donde hay que estar muy atentos a lo que viene después y, si estos signos se prolongan, hay que buscar ayuda de inmediato.

Estos son solo algunos síntomas por observar:

  • Palpitaciones, falta de aire, dificultad para respirar, sudor intenso cada vez que se recuerda eso que nos provocó el trauma: terremoto, temblor, muerte, etc.
  • Falla de la memoria. Cuesta trabajo recordar detalles importantes del evento traumático.
  • Se trata de evitar hablar del tema traumático.
  • Hiperactividad, dificultad para dormir, irritabilidad, falta de concentración.
  • Pérdida de control de emociones con facilidad.
  • Pérdida de interés en aquello que antes le provocaba alegría y satisfacción.
  • Cualquier experiencia emocional le hace estallar al grado de experimentar una ansiedad extrema al entrar en contacto con personas, lugares o cualquier circunstancia que recuerde el hecho.
  • Recuerdos del evento traumático. Lo que se conoce como flashbacks. Pesadillas recurrentes o recuerdos fugaces del mismo y que vienen de la nada.
  • Alucinaciones que hacen sentir que se repite el hecho traumático.
  • Sentir que su vida está en constante peligro o ver peligro en todas partes.
PTSD
Photographee.eu - Shutterstock

A raíz de estos eventos catastróficos he sido testigo como muchos algunos están ofreciendo sus servicios de manera gratuita a las personas siniestradas. Claro, esto es fabuloso y hay que seguir apoyando de esa manera. Sin embargo, es importante que todos los que estamos en el área del desarrollo humano y de la salud emocional mantengamos nuestra ética y sepamos reconocer nuestras capacidades y límites profesionales. Es decir, después de hacer un prudente acompañamiento, conviene llegar hasta donde nos compete llegar y derivar a las personas al profesional correspondiente, a un especialista en la materia. Si no hacemos esto, podemos hacer mucho daño y eso que comenzó como un apoyo de buena voluntad puede convertirse en algo no muy grato.

Si sufriste alguna experiencia similar y en lo que buscas y encuentras apoyo emocional con un especialista en el tema, te comparto algunos puntos que te pueden ayudar para ir calentando los motores de tu pronta recuperación y comiences a superar el estrés postraumático.

  • Haz alguna práctica espiritual – meditar, rezar, orar- que te dé paz, serenidad, armonía y que te permita ver tu futuro con esperanza. 
  • Respira… Vuelve a respirar. Parece tonto que lo sugiera, pero no lo es. Las respiraciones pausadas y conscientes bajan nuestro nivel de estrés.
  • Conecta con tus emociones y que no te de miedo sentir. Háblalo, di cómo te sientes. De ser necesario, grítalo. Si lo que sientes es miedo, verbalízalo, vocíféralo: “¡Siento miedo, siento que me muero!” Saca la emoción de una manera que no te dañes ni dañes a terceros. Hazlo y que no te preocupe si te sientes juzgado.
  • Asegura -y de ser necesario pide ayuda- que tus necesidades básicas estén cubiertas. La misma Pirámide Maslow lo dice, hay que satisfacer las necesidades vitales para la supervivencia.
  • Cuida tus pensamientos. Pensar de forma fatídica te deprimirá . En cambio, pensar de forma optimista te llenará por un camino más sano y seguro.
  • Haz lo posible por regresar a tu vida habitual y por recuperar lo que es -o era- importante para ti. El terremoto pudo haber acabado con tu casa, con el lugar de tu trabajo, pero no con tu espíritu de luchador y de triunfador.
  • Procura no pensar ni en el futuro ni en el pasado. Si te enfocas en el futuro, este puede verse muy abrumador y puedes llegar a sentir que no tendrás la fortaleza ni los medios para salir de todo eso. Estos eventos se enfrentan día a día.
  • Busca apoyo en las personas que te rodean.
  • Procura no estar solo y, aunque no sientas ganas de estar con alguien, no te aísles. Busca la compañía de tus seres queridos, familiares y amigos. Busca y ofrece abrazos
  • Resignación. Es decir, reasigna o da un nuevo significado al dolor y al sufrimiento que estás pasando. Encuentra los “para qué” de tanto…
  • Recuerda que las crisis son oportunidades para crecer. No hay que preguntar por qué, pero siempre encontrar la razón de tanto.

Los demás, los que nos estamos enfrentando a una crisis como ésta y deseamos ayudar a nuestros semejantes podemos hacerlo prestando nuestros oídos. Tenemos dos para escuchar y solo una boca. Ofrezcamos una “escucha inteligente” y no escalonada, completa, presente, llena de paz y serenidad. Es decir, no desacreditemos el sentir de la persona . Validemos lo que con tanto trabajo nos están confiando. Además de tu escucha, ofrece abrazos, cariño en forma de palabras a tiempo, asertivas y prudentes. Las personas necesitan sentirse amadas, valoradas. Lo que las personas siniestradas perdieron fue su seguridad, entonces nosotros con abrazos y muestras de cariño les transmitiremos paz, seguridad para que pueda nuevamente funcionar.

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