Como afirmaba el cardenal Joseph Ratzinger: “Los videntes ven, pero es la Iglesia quien interpreta”
Actualmente hay un gran interés en la lectura de revelaciones privadas y mensajes de santos que hablan en un lenguaje apocalíptico, y se toman peligrosamente al pie de la letra si no hay una adecuada catequesis al respecto. Esto sucede especialmente con temas especialmente vinculados al fin del mundo, el infierno, el purgatorio, ángeles y demonios.
Tal vez sea una natural reacción al exceso de secularización interna que ha vivido la Iglesia católica, que en las últimas décadas ha abandonado o marginado en la catequesis estos temas.
El problema es que las enseñanzas que circulan sobre cuestiones escatológicas o sobrenaturales no se encuentran dentro de la sana doctrina de la Iglesia, sino que se interpretan en forma literal y mágica, fomentando no pocas veces una gran superstición y una imagen de Dios contraria a la revelada por Jesús en el Evangelio.
Incluso hay quienes citan a exorcistas que solo ejercen un ministerio pastoral como si fueran demonólogos autorizados para enseñar en nombre de la Iglesia.
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