En Venezuela, las consecuencias son graves para la formación del relevo generacional
Las universidades están reportando la falta gradual de los profesores. ¿Las razones? Sueldos insoportables que apenas alcanzan para pagar el transporte; deterioro en las condiciones de trabajo por insalubridad, aulas sin luz y abandono de la infraestructura; la inseguridad que los acecha en cualquier rincón de las instalaciones y, tal vez lo más importante, la absoluta desmotivación que asalta al que se sabe preparado y no avizora la menor posibilidad de superación. Predicar a los alumnos lo que, a todas luces, no se puede practicar es una marcha apretada de la que no pocos ya han desertado.
El asunto adquiere ribetes de escándalo. La Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad de Los Andes (ULA), las más antiguas del país, han reportado “fugas” de catedráticos al exterior que, a criterio del Presidente de la Asociación de Profesores Universitarios se ubica entre 30% y 50% de quienes ocupan cargos académicos en las distintas casas de estudio en Venezuela.
Motivos no les faltan. No pueden adquirir las publicaciones necesarias para su puesta al día y la exigua paga que reciben no les permite siquiera garantizar la educación de sus propios hijos. El profesorado en Venezuela ha pasado a la categoría de proletariado forzado, careciendo de todo y sin perspectivas de horizonte despejado dotados, como están, de conocimientos y curriculums como para ser apreciada su labor en otras latitudes. Hoy por hoy, académicos venezolanos están dando la talla en las universidades más prestigiosas del mundo.
En cualquier país, el proceso de migración de cerebros es una amenaza al desarrollo y una merma cuyos efectos en la formación de las generaciones de relevo del país pueden ser devastadores.
De las universidades Central de Venezuela (UCV), Católica Andrés Bello (Ucab) y Simón Bolívar (USB), tres de las principales del país, se han marchado más de 1.000 docentes en los últimos cinco años. Ante las pésimas condiciones hay renuncias masivas de personal formado y capacitado. Hasta el año 2015 el gobierno aseguraba proveer aumentos a la cobertura de la educación universitaria. Desde entonces, ni siquiera se anuncia inversión en el área, mientras la situación general del país empeora por causa de una inflación sin control.
La Universidad Simón Bolívar, centro de estudios superiores científicos por excelencia, reconocen que la esencia de la universidad son sus profesores y que la “mayor tragedia” que vive la educación venezolana en la actualidad, y en particular la USB, es la fuga de talento. “Los profesores que se han ido del país son una pérdida para la Universidad difícil de recuperar”. El profesor Enrique Planchart, rector de esa casa de estudios, calificó a los profesores uesebistas como “héroes de la resistencia y héroes de la USB”.