Homilía hoy en Casa Santa MartaEl Papa Francisco reflexionó hoy sobre la “tensión hacia la redención” que debe existir en la vida de un cristiano, durante la misa de la mañana en Casa Santa Marta. Hablando sobre la primera lectura del día, que trata sobre el momento en el que Israel es liberado del exilio, el Papa recuerda que es “el Señor quien visitó a su pueblo y lo trato de vuelta a Jerusalén”. La palabra “visita”, explica, es “importante” en la historia de la salvación, porque “toda liberación, toda acción de redención de Dios, es una visita”.
“Cuando el Señor nos visita nos da la alegría, es decir, nos lleva a un estado de consuelo. Esto es cosechar en la alegría … Sí, sembraron con lágrimas, pero ahora el Señor nos consuela y nos da esta consolación espiritual. Y la consolación no sólo tuvo lugar en aquel tiempo, es un estado en la vida espiritual de todo cristiano. Toda la Biblia nos enseña esto”.
El Pontífice exhorta a “esperar” la visita de Dios a “cada uno de nosotros”. Hay “momentos más débiles” y “momentos más fuertes”, pero el Señor “nos hará sentir su presencia” siempre, con el consuelo espiritual, llenándonos “de alegría”.
Hay que esperar este acontecimiento con la virtud “más humilde de todas”: la esperanza, que “es siempre pequeña”, pero “muchas veces es fuerte cuando está escondida como las brasas bajo la ceniza”. Así el cristiano vive “en tensión” hacia el encuentro con Dios, hacia la consolación “que da este encuentro con el Señor”. Si un cristiano no está en tensión hacia este encuentro, es – añade el Papa – un cristiano “cerrado”, “puesto en el almacén de la vida”, sin saber “qué hacer”.
Invita a “reconocer” la consolación “porque hay falsos profetas que parecen consolarnos y en cambio nos engañan”. Esa no es “una alegría que se pueda comprar”.
“La consolación del Señor toca el interior y te mueve y te da un aumento de caridad, de fe, de esperanza, y también te lleva a llorar por [tus] propios pecados. Y también cuando miramos a Jesús y la pasión de Jesús, llorar con Jesús… También, te eleva el alma hacia las cosas del Cielo, a las cosas de Dios, y también aquieta el alma en la paz del Señor. Esta es la verdadera consolación. No es una diversión – la diversión no es algo malo cuando es buena, somos humanos, la necesitamos -, pero la consolación te prende y se siente la presencia de Dios, y reconoces: este es el Señor”.
El Papa recuerda dar gracias – con la oración – al Señor, “que pasa” para visitarnos, para ayudarnos “a seguir adelante, para esperar, para llevar la Cruz”. También invita a conservar la consolación recibida.
“Es verdad, la consolación es fuerte y no se conserva tan fuerte – es un momento – pero deja huella. Y conservar estas huellas y conservar con la memoria; conservar como el pueblo conservó esta liberación. Hemos vuelto a Jerusalén porque Él nos ha liberado. Esperar la consolación, reconocerla y conservarla. Y cuando pasa este momento fuerte, ¿qué queda? La paz. Y la paz es el último nivel de la consolación”.