Nueva víctima de la guerra ideológica contra las estatuas en Estados Unidos
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A la estatua de Cristóbal Colón, en el Central Park de Nueva York, la tiñeron de rojo sangre las manos. El retiro de la estatua del general confederado Robert E. Lee, en Charlottesville, originó un enfrentamiento entre manifestantes supremacistas blancos y contra-manifestantes que sacudió –y sigue sacudiendo—al país entero.
Esta es, pues, un pasaje especial de la historia contemporánea de Estados Unidos. Según ha dicho el historiador de la Universidad de California en Riverside Steven Hackel al reportero en Los Ángeles del periódico español EL PAÍS, Pablo Ximénez de Sandoval, en su edición del 17 de septiembre pasado: “Estamos en un momento en que todas las estatuas controvertidas del pasado están en el aire. Después de Charlottesville hay un cambio en el clima político. Se han calentado polémicas que normalmente eran ignoradas”.
Decapitado y teñido de rojo
La noche del domingo al lunes pasado, esta incesante lucha contra toda estatua que simbolice un recuerdo del pasado que no concuerde con la ideología de los rijosos, se cebó en la figura en bronce del “Apóstol de las Californias” y el “Misionero de la Sierra Gorda”, el fraile franciscano español (mallorquín) San Junípero Serra.
Su estatua fundida en bronce –que preside la Misión de Santa Bárbara (California, Estados Unidos) amaneció el pasado lunes 11 de septiembre sin cabeza y su traje talar también teñido de rojo sangre, queriendo como dejar en claro que la conquista espiritual de los indígenas de lo que es actualmente California, fue un baño de sangre. Hay que recordar que la Misión de Santa Bárbara –a unos 180 kilómetros al noroeste de Los Ángeles—fue fundada por los franciscanos el 4 de diciembre de 1786 (fiesta de Santa Bárbara) por Fray Fermín Lasuén.
Pero ¿ha habido nuevos estudios que denoten un cambio en la percepción del papel evangelizador de San Junípero que motiven el cambio de la versión histórica que de él se tiene. No: “los hechos de la vida de Serra no han cambiado en estos años. Todo es igual. No sabemos nada nuevo. Lo que ha cambiado es la percepción pública sobre si estas estatuas son apropiadas”, dijo a EL PAÍS el historiador Steven Hackel, autor del libro *Junípero Serra: el Padre fundador de *California, quien agregó que “no hay (en estos momentos y bajo esta tesitura) ningún personaje histórico libre de controversia”.
En la “Reina de las Misiones”
Santa Bárbara, hoy conocida como “la Reina de las Misiones”, fue la décima misión de las 21 que fundaron los franciscanos en lo que entonces se llamaba la Alta California, bajo el liderazgo y la visión evangelizadora de San Junípero Serra, quien para ese entonces, ya había muerto (es, por cierto, la única misión que conservan los franciscanos, y pertenece a la arquidiócesis de Los Ángeles).
Los vándalos actuaron en horas de la noche y repitieron las mismas conductas que se han venido produciendo en contra de San Junípero Serra desde que el Papa Francisco lo canonizara en Washington, el 23 de septiembre de 2015. Antes, en el año de 1998, San Juan Pablo II lo había beatificado.
Las consignas en contra de San Junípero Serra han venido sobre todo de algunos descendientes de los naturales de la Alta California, azuzados por grupos anticlericales, llamándolo el “Santo del Genocidio”. Ya había sido agredido en las misiones de San Carlos (en Carmel) y en la de San Fernando. Ahí pusieron un letrero que decía “murder” (“asesino”).
Siempre adelante
Ante esta oleada en contra de San Junípero Serra es bueno recordar las palabras del Papa Francisco el día de la canonización del fraile mallorquín: Fray Junípero Serra, subrayó el Pontífice en Washington, “supo vivir lo que es «la Iglesia en salida», esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios. Supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades”.
Y más adelante, Francisco hizo énfasis, justamente, en aquello que le achacan sus detractores en sus acusaciones y en las vejaciones que le han hecho a su estatua y a su memoria: “aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos (…) buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos”.
El lema que “inspiró sus pasos” fue lo que lo ha llevado a los altares: “siempre adelante”. Francisco finalizó entonces la ceremonia de canonización recordándolo y recordando que “esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón. Fue siempre adelante, porque el Señor espera; siempre adelante, porque el hermano espera; siempre adelante, por todo lo que aún le quedaba por vivir; fue siempre adelante”.
Algo que el mismo Francisco cumple a cabalidad, cada día del Señor.