Monseñor Damián Iguacén Borau es el obispo más mayor de España
Monseñor Damián Iguacén Borau es el obispo más mayor de España. Así lo revela el Nomenclátor de la Iglesia Católica que recientemente ha publicado la Conferencia Episcopal Española en versión digital.
El prelado, obispo emérito de Tenerife, tiene 101 años. Nació en Fuencalderas, Zaragoza, el 12 de febrero de 1916. Y a lo largo de su más de un siglo de vida le ha pasado casi de todo. La guerra civil le pilló en el Seminario de Huesca. Entonces Damián Iguacén tenía poco más de 19 años y tuvo que trabajar en el frente del conflicto –donde fue herido– como telegrafista. Al acabar el enfrentamiento armado, el seminarista pudo volver a Huesca y se ordenó sacerdote el 7 de junio de 1941.
Desde entonces, ha ejercido de consiliario de Jóvenes y Mujeres de Acción Católica entre 1950-1969, de administrador apostólico en la diócesis de Huesca y de obispo en Barbastro, Teruel y Tenerife. En 1991 se jubiló y pasó a ser obispo emérito.
De lo que nunca se ha jubilado monseñor Iguacén es de «confesar a todo el que me lo pide», ni de hacer en todo momento la voluntad de Dios, al que en la oración le dice: «“Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”, ha sido mi conversación de siempre con Dios y lo sigue siendo ahora. “Lo que tú quieras Señor para mí está bien”».
Él es el mayor de entre los obispos. Y este sábado ha tenido lugar la ordenación episcopal del obispo más joven, Antoni Vadell, que con 45 años (Mallorca, 1972) es el prelado con menos edad de los que conforman la Conferencia Episcopal Española. A Vadell, le diría «que el Señor lo eligió para ser santo realizando este servicio». Ser obispo «es la entrega total al Señor y a su Iglesia sin condiciones», explica Iguacén Borau.
El obispo afronta su última etapa de la vida desde el hogar Padre Saturnino López Novoa, la residencia de mayores que las Hermanitas de los Ancianos Desamparados atienden en Huesca. Y en las postrimerías de su peregrinaje por la tierra, monseñor Damián Iguacén Borau se muestra confiado: «Todo está en las manos del Señor, por eso no me asusta nada. Yo hago lo que tengo que hacer y no me preocupo por nada más, porque lo demás corre de cuenta de Dios».