Lo estimulante de esta adaptación de una novela de Dan Ackroyd es cómo juega con la construcción del relato, y nuestra percepción del mismoA lo largo del metraje de The Limehouse Golem colisionan dos películas que, sin anularse mutuamente, sí que se restan eficacia e impacto frente al espectador. Por un lado, está la que ha querido rodar su director, Juan Carlos Medina, puro pulp violento y autoconsciente que intenta jugar al despiste con el público y pillarle desprevenido a golpe de punto de giro.
Y por el otro, la que ha intentado desarrollar, al menos sobre el papel, la guionista Jane Goldman, que se ha apoyado en la estructura genérica de una historia inspirada en los relatos de psychokillers victorianos a lo Jack El Destripador para lanzar una suculentísima reflexión acerca de la construcción de las leyendas y, sobre todo, la posición de la mujer en una sociedad construida prácticamente a sus espaldas.
La novela de Dan Ackroyd en la que se inspira el largometraje, Dan Leno, el Golem y el Music Hall, se caracteriza por su naturaleza de pastiche histórico que mezcla los asesinatos (reales) de la carretera de Ratcliff con figuras de la relevancia del propio Leno, Karl Marx o George Gissing.
Pero Goldman, consciente de lo irreproducible del juego establecido por Ackroyd en la obra original, lo que hace es darle la vuelta, introduciendo dentro del relato un giro expresivo puramente cinematográfico: la posibilidad de que toda la historia se sostenga sobre un narrador no fiable, o como mínimo dudoso, que nos mueva a cuestionarnos lo que estamos viendo.
La acción de The Limehouse Golem arranca sobre un escenario, con Dan Leno (Douglas Booth) presentando la reconstrucción teatral de la caída en desgracia de la actriz Elizabeth Cree (Olivia Cooke). ¿Estamos viendo, pues, lo que realmente ocurrió, o simplemente, la visión artística –y por lo tanto, grotesca y violenta– de la compañía del propio Leno?
Y lo que es más importante, ¿realmente importa? Porque si de algo habla, y además de forma muy consciente, el guión de Goldman, es de la facilidad con la que se puede tergiversar la verdad, alterar la percepción del público y, como un prestidigitador, hacerle creer que ha visto algo que, en realidad, nunca ha existido… O que era muy distinto a como lo recordaba.
No deja de ser curioso hasta qué punto, siendo The Limehouse Golem un thriller de época victoriano, las motivaciones de su psychokiller se asemejan a las de los villanos de Scream 4. Su intención es, también, la de lograr relevancia pública, y labrarse un lugar dentro de la historia, pero aquí, en lugar de sostenerse sobre la demanda de atención millenial, está matizada por una infancia que, en los flashbacks que van entrecruzándose con la trama principal, se nos revela horrible, traumática.
Así que, en cierta manera, cada uno de sus crímenes son el precio a pagar por ser una mujer ambiciosa, con ganas de brillar a nivel profesional, dentro de un contexto incapaz de aceptar lo que, finalmente, intenta reivindicar: que una fémina puede ser tan cruel y tan brutal como cualquier hombre que se precie. Un mensaje tan subversivo, tan fuera de lo común, que sorprende que haya pasado desapercibido en esta época en la que se reivindican con ahínco idearios feministas mucho menos radicales.
Ficha Técnica
Título original: The Limehouse Golem
Año: 2016
País: Gran Bretaña
Género: Misterio
Directora: Juan Carlos Medina
Reparto: Bill Nighy, Olivia Cooke, Douglas Booth, Sam Reid, Eddie Marsan, María Valverde