Esta nueva adaptación de la novela de Stephen King no sólo la lleva a la década de los 80, sino que también moderniza su idea del miedoLo que hace tan visceral, tan arrebatadora, la lectura de It (Eso), es la manera en la que Stephen King volcó en ella tanto la idealización de su propia infancia como, sobre todo, los miedos más enraizados en su generación.
Para aquellos niños que crecieron durante la década de los 50, eran los monstruos que veían en los cines de barrio y en la televisión –pero también en los cómics de la editorial EC– los que rasgaban esa realidad postbélica, cuya prosperidad solamente nublaba la sombra del maccarthismo y la paranoia anticomunista.
Unas figuras que, a día de hoy, ya no inquietan al aficionado al terror –al menos, en abstracto, como las aplicaba King en la citada novela–, de ahí que los responsables de la nueva adaptación cinematográfica que llega ahora a nuestros cines, It, aprovecharan el hecho de trasladar la acción a finales de los 80 para, asimismo, hacer evolucionar la amenaza que supone Pennywise (Bill Skarsgard), o el ente interdimensional que asume dicha forma.
Así pues, los miedos que atenazan a los jóvenes protagonistas del largometraje, y de los que se alimenta la criatura, son ahora mucho más próximos, más a ras de suelo. El director, Andy Muschietti, ha asimilado la idea de los guionistas originales, Cary Fukunaga y Chase Palmer, de reflejar una realidad del cine de terror contemporáneo: que los miedos más profundos de los aficionados se han desplazado hacia lo cotidiano.
De ahí que, en esta versión, Pennywise proyecte los traumas internos de los miembros del Club de los Perdedores –y si no en todos los casos funciona con la misma intensidad, es por el problema que arrastra por tener que definir a tantos personajes con un metraje limitado–, y asimismo ponga sobre la mesa una de las cuestiones principales en torno a las que gira It: la descripción de la mayor parte de los adultos como seres extraños, casi tan monstruosos como el propio antagonista principal, que oprimen y/o angustian a sus vástagos.
Eso provoca que la adaptación de Muschietti se distancie el fantástico más puro y más enloquecido que latía tras la novela de King –nada, por lo tanto, de la Vieja Tortuga, ni del Rito de Chüd, más que a un nivel puramente simbólico– para convertir el enfrentamiento con Pennywise en algo más que una metáfora del camino de maduración de sus personajes principales.
Lo que describe es el camino generacional del descreimiento hacia una realidad que les ahoga y que les corta las alas, lo que les obliga, conscientes de que nadie va a solucionarles sus propios conflictos, a hacerse fuertes y a superar lo que supone la criatura para ellos: la inevitable herencia de sus antepasados de lo peor de una sociedad enferma, decadente.
Muchas ideas para un metraje de casi dos horas y cuarto, y para un director que en su ópera prima, Mamá, evidenciaba necesitar todavía algo de rodaje antes de explotar todo el potencial de su talento para la creación de set pieces.
Hay momentos de terror realmente brillantes en It –algunos, hay que decirlo, sorprendentemente brutales para una película de vocación comercial–, pero también otros que se dan de bruces con unos CGI que no transmiten toda la fisicidad necesaria… De la misma manera que, en algunos instantes, el relato peca de episódico, fragmentario –precisamente por la necesidad que antes he señalado de darle una mínima entidad a tantos protagonistas–, lo que afecta de forma negativa al ritmo de la narración.
Por suerte, a medida que avanza la historia y ésta se hace más violenta, más incómoda, Muschietti parece ir encontrando el tono adecuado entre el relato de maduración y el horror… De ahí el detalle, menos anecdótico de lo que parece, de mencionar en una marquesina Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños.
Ficha Técnica
Título original: It
Año: 2017
País: Estados Unidos
Género: Terror
Directora: Andy Muschietti
Reparto: Jaeden Lieberher, Bill Skarsgard, Jeremy Ray Taylor, Sophia Lillis, Finn Wolfhard, Wyatt Oleff